Por su ubicación geográfica, México es un país vulnerable a una gama muy amplia de fenómenos naturales. Los fenómenos naturales con mayores consecuencias de daños materiales y personales tienen un origen hidrometeorológico: normalmente comienzan con lluvias torrenciales y finalizan con grandes inundaciones. Estos fenómenos se han agravado en intensidad por efecto del cambio climático. A ellos nos referiremos principalmente en este artículo.
Los seguros que amparan estas pérdidas abarcan una serie de productos que incluyen coberturas para Automotores, Vida y Propiedad, entre otros; de todas estas coberturas, el seguro de Propiedad se refiere a bienes inmuebles cuya localización es fija; es decir que la localización define el riesgo, tanto su probabilidad de ocurrencia como su intensidad.
Una inspección exhaustiva de riesgos, realizada antes de la contratación de los seguros, reduce (e incluso evita) la magnitud de los daños; este tipo de inspecciones son habituales en los seguros industriales, en especial cuando las pólizas se acompañan de coberturas contra pérdida de beneficios (para las operaciones en marcha) o DSU (para los proyectos en curso de construcción o montaje).
Cuando el ingeniero de riesgos trabaja para el propio asegurado, el aporte se amplía, puesto que se revisa minuciosamente que la póliza de seguros cuente con la suma asegurada suficiente y las coberturas adecuadas para la transferencia de los riesgos derivados de estos fenómenos.
La inspección de riesgos
Un error habitual es focalizar la inspección únicamente en aspectos accidentales, como incendios o explosiones, y omitir el análisis de fenómenos hidrometeorológicos, que en muchos casos constituyen la fuente principal de pérdidas en el largo plazo, por su recurrencia y la intensidad de los daños indirectos, como vamos a explicar en esta colaboración.
Es erróneo considerar que el sitio asegurado tiene que estar cerca de una zona con agua para ser víctima de una inundación. Está comprobado que aproximadamente 25 por ciento de las pérdidas por inundaciones ocurre en zonas con riesgo de bajo a moderado.
Las pólizas de seguros tienen cargas o recomendaciones preestablecidas que incluyen, por ejemplo, la obligación del almacenamiento de la mercadería a una altura determinada; y, en el caso de las pólizas de construcción, la limitación de trabajos de zanjeo o el almacenamiento de materiales en sitios con periodos de recurrencia de inundación menores a una vez cada 50 años. Sin embargo, es habitual que los gerentes a cargo del sitio desconozcan estas exigencias, que figuran en la póliza recibida por el funcionario administrativo de la oficina central.
Hoy algunas aseguradoras brindan el servicio de inspección de techos por medio de drones, lo cual es una medida de prevención muy útil, ya que gran parte de los daños a la mercadería proviene de las coberturas de Daños por Agua, y eso sucede cuando los desagües sufren averías, por ejemplo debido a la obstrucción por tierra o basura. La verificación del grado y frecuencia de la limpieza de los desagües es una tarea que los ingenieros de riesgos tienen que realizar.
Estas inspecciones son obligatorias, es decir, indispensables, y se han de llevar a cabo cada vez que hay obras de construcción o ampliación en el interior de la planta industrial o en un predio cercano, puesto que es habitual que las obras modifiquen el escurrimiento de las aguas o que los materiales de construcción desplazados por el agua terminen obstruyendo los sistemas de desagüe. El caso de la inundación provocada por el desbordamiento del río Mapocho durante las obras de la autopista costanera en Santiago (Chile), en 2016, es un ejemplo claro de esta situación. Éste fue uno de los siniestros de obras de construcción más importantes de los últimos años.
Durante la inspección de riesgos, los ingenieros tienen que concentrarse en asegurar la confiabilidad del suministro eléctrico y de los sistemas de protección contra incendios durante las tormentas. La interrupción de la energía eléctrica puede provocar daños indirectos mucho más graves que los daños directos; por ejemplo, la solidificación de metales en cubas (plantas de aluminio o acererías), pérdida de muestras refrigeradas (laboratorios) o enfriamiento brusco de hornos, lo cual puede provocar incendios.
Un ejemplo de catástrofe industrial como consecuencia de una tormenta es el incendio que afectó a una refinería de petróleo en Argentina en abril de 2013, siniestro que tiene el triste honor de ser el desastre industrial más costoso de ese país suramericano, con daños cercanos a 800 millones de dólares.
La famosa inundación de la planta Alicante de la Empresa Nacional de Aluminio, en Alicante, España, en 1982, fue en aquella época el siniestro industrial más costoso de la historia de ese país. La reconstrucción de la planta industrial luego de la inundación demandó más de dos años.
Una vez que se ha asegurado la interrupción de la explotación (pérdida de beneficios), la existencia de un Plan de Continuidad de Negocios cobra una importancia capital; el primer paso es desarrollar el BIA (Business Impact Analysis), con un estudio exhaustivo de la vulnerabilidad frente a tormentas en cada uno de los procesos de negocios.
El aporte de la ingeniería de riesgos en la contratación del seguro
Una vez finalizada la inspección del riesgo, llega el momento de verificar la cobertura de seguros. La póliza industrial es un “traje a la medida” que debe adaptarse con exactitud al asegurado.
La póliza debe contar con sumas aseguradas actualizadas de acuerdo con el “valor de reposición a nuevo” de los activos. La mayor parte de las veces, los siniestros serán parciales y tendrán que comprarse repuestos para la reparación. Algunos bienes que no tienen riesgos de incendio, por ejemplo piscinas o cercos, suelen ser erróneamente excluidos de los seguros, pero se ha de tomar en cuenta que pueden ser gravemente afectados por inundaciones.
Cuando la póliza tenga un “sublímite” para los riesgos hidrometeorológicos, hay que verificar que este límite monetario sea acorde con las pérdidas máximas probables calculadas para el riesgo de inundación, incluso para una lluvia torrencial que afecte a varias plantas o ubicaciones en forma simultánea.
Dado que las lluvias duran varios días, las pólizas tienen que contar con la “cláusula de 72 h” o similar, que permite agrupar temporalmente en un solo evento todos los daños que se produzcan dentro de este plazo convenido. Son parte del mismo siniestro y, por lo tanto, se aplica un único deducible.
A las coberturas de daños indirectos se les debe prestar una atención especial. La cobertura adicional de gastos extraordinarios permitirá ciertas medidas de continuidad (por ejemplo, el traslado de bienes a otro sitio o alquiler de ubicaciones sustitutas).
Muchos siniestros hidrometeorológicos afectan a la continuidad de la actividad por un periodo extenso, no solo por los plazos habituales de reconstrucción, sino también por la falta de proveedores, cuya capacidad se ve rápidamente superada por la excesiva demanda. Incluso estos proveedores resultan afectados por la catástrofe.
Aun cuando el asegurado no haya sufrido daños directos en sus instalaciones, hay que prestar especial atención a la pérdida de ingresos que puede provocar el daño de vías de acceso o de un proveedor; incluso en viviendas de los empleados. Un caso de estudio es la pérdida financiera de los hoteles cuando los huéspedes cancelan las reservaciones por falta de vuelos, temor a epidemias o simplemente porque ya no quieren visitar un sitio que perdió el “glamour” al ser afectado por una inundación.
Por último, nos vamos a referir a la importancia de verificar la redacción de la cobertura de remoción de escombros. En algunos casos, los costos de limpieza y retiro de lodos fueron denegados por los aseguradores porque la cláusula de remoción de escombros definía como escombros los restos de los bienes asegurados, lo cual no era la situación del lodo.
El ajuste del siniestro
Dado que los fenómenos hidrometeorológicos son catastróficos, el servicio de ajuste de siniestros puede sufrir demoras relacionadas con la alta demanda y las dificultades de acceso al sitio.
Corredores de seguros han promovido la redacción de “protocolos de ajuste” en los cuales aseguradora y asegurado acuerdan previamente la forma en que se procederá a la liquidación del siniestro, el profesional que será designado, el plazo máximo para acudir al sitio, la información que se le solicitará al asegurado y la forma de registro de los daños, entre otros aspectos.
Las imágenes satelitales de alta definición se han convertido en una herramienta insustituible para los aseguradores. Estas imágenes permiten distinguir las zonas que han estado inundadas y por cuánto tiempo, e incluso la magnitud de los daños.
Por último, no hay que olvidar la tarea que cumplen las empresas de saneamiento y restauración ante desastres. En todos los casos es importante que el asegurado proceda, de inmediato, a la reparación del daño.
Las lluvias torrenciales y los seguros de viviendas y comercios
La persona interesada en contratar una póliza para su vivienda debe verificar que dicha póliza cuente con la cobertura de Riesgos Hidrometeorológicos. Esta cobertura ampara las pérdidas y desperfectos al inmueble provocados por huracanes, heladas, granizo, inundación por lluvia y vientos tempestuosos, entre otros. La póliza no ampara los cultivos del inmueble, animales, bienes muebles a la intemperie ni edificios en muelles, sin puertas o con muros débiles.
Cabe destacar que hay un periodo de espera para esta protección. Es decir, una vez aceptada la cobertura, se tendrá que esperar un tiempo, que puede ser de un mes, para que la aseguradora brinde el respaldo para este fenómeno.
También es importante aclarar que algunas compañías consideran una inundación por lluvia como la acumulación o desplazamiento de agua originados por precipitaciones extraordinarias que “alcancen por lo menos el 85 por ciento del promedio considerado de los máximos de la zona de ocurrencia en los últimos 10 años”. Además, dicho evento debe estar certificado por el Servicio Meteorológico.
En caso de que por el siniestro la casa quede inhabitable, la compañía podrá hacer el pago de los gastos de mudanza, renta de departamento u hotel y almacenamiento temporal de las pertenencias, que operará durante el tiempo que consuma reconstruir la casa.
Los seguros de “índice” y la función preventiva del seguro
Es sabido que varios reaseguradores están promocionando la oferta de seguros de “índices”, es decir, pólizas que se “disparan automáticamente” cuando llueve más de cierta cantidad de milímetros o cuando una tormenta “nombrada” pasa a menos de cierta distancia de un riesgo asegurado. Estas coberturas inmediatas, que permiten depositar la indemnización en forma automática (sin proceso de ajuste o liquidación), serán una ayuda muy grande, pero sólo constituyen una asistencia parcial.
El seguro tiene, además de la función indemnizatoria, una función preventiva; son varios los países que han establecido coberturas de inundación que acompañan (en forma obligatoria u opcional) a los seguros de las viviendas.
Dado que, como hemos citado anteriormente, los daños por inundación no son fenómenos totalmente aleatorios, sino que dependen en gran medida de la zona en que se encuentra la propiedad asegurada, la tarifación requiere un mapa de riesgos. Los mapas de riesgos sirven como referencias para ordenar el uso de la tierra. Por razones obvias, las tierras más arriesgadas (con costo del seguro más elevado) tienden a despoblarse.
Las viviendas en las zonas bajas con frecuencia no encuentran cobertura en el sector privado, y el Estado debe subsidiar las primas de seguros, lo que constituye un incentivo adicional para iniciar obras de infraestructura y reducir el riesgo.
El seguro de inundación se encuentra en Latinoamérica en una etapa inicial, lo cual es llamativo porque las catástrofes hidrometeorológicas son la principal causa de pérdidas en la región.
Andrés Pablo Artopoulos es director de Risk Engineering & Valuations en LEA, consultora de ingeniería de riesgos