La ciberseguridad ha dejado de ser una preocupación exclusiva del ámbito tecnológico para convertirse en una prioridad estratégica a nivel global. En julio de 2024, una actualización defectuosa del proveedor de seguridad CrowdStrike provocó una interrupción masiva de sistemas Windows en todo el mundo, afectando operaciones en aerolíneas, bancos, hospitales y empresas tecnológicas.
Aunque no se trató de un ciberataque intencional, el alcance del incidente expuso la fragilidad del ecosistema digital actual.
De acuerdo con Munich Re, este episodio es un claro recordatorio de que el riesgo cibernético no proviene únicamente de actores maliciosos. Las dependencias tecnológicas, la complejidad de las cadenas de suministro digitales y los efectos colaterales de tensiones geopolíticas han incrementado la exposición a amenazas. En este contexto, la prevención y la respuesta rápida son clave, pero también lo es la protección financiera ante eventos inesperados y disruptivos.
En una publicación, la reaseguradora estima que el mercado global de seguros Cibernéticos alcanzará los 16,300 millones de dólares en 2025. Hasta ahora, esta industria ha demostrado su capacidad para proteger activos digitales críticos y responder ante escenarios extremos como ataques masivos de malware o caídas de proveedores en la nube. Esta cobertura es fundamental tanto para grandes corporaciones como para pymes, que cada vez dependen más de tecnologías conectadas para operar.
“En un mundo hiperconectado, las organizaciones necesitan defensas digitales robustas y estrategias integrales de gestión de riesgos. El ciberseguro es una herramienta clave en ese enfoque”, señaló Stefan Golling, del Consejo de Administración de Munich Re. Contar con una póliza adecuada no solo reduce el impacto económico de un incidente, sino que también permite a las empresas operar con mayor confianza y resiliencia ante el panorama digital actual.