Cada año, la temporada de lluvias en México se traduce en miles de hogares dañados por filtraciones, cortocircuitos y afectaciones estructurales. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), en periodos sin huracanes de gran impacto, 41 por ciento de las indemnizaciones por riesgos hidrometeorológicos corresponde a incidentes derivados de lluvias e inundaciones. Ciudad de México destaca en este panorama: concentra el 26.8 por ciento de las reclamaciones, pese a no ser una entidad costera.
La problemática se agrava porque la cultura del aseguramiento en el país es aún limitada. Menos del 5 por ciento de las viviendas cuentan con una póliza de protección fuera de los créditos hipotecarios, pese a que un seguro puede contratarse desde los 3,000 pesos anuales, alrededor de 9 pesos diarios. Según expertos, las coberturas suelen ser amplias e incluyen desde protección contra desastres naturales hasta responsabilidad civil por daños a terceros.
“Los daños a un hogar son más comunes de lo que pensamos y no se limitan a fenómenos naturales. La falta de aseguramiento puede poner en riesgo el patrimonio y descapitalizar a las familias”, advirtió Teresa Yáñez, directora de Siniestros de GMX Seguros. La especialista subraya que un seguro debe asumirse como inversión, no como gasto, ya que representa un blindaje ante eventualidades que pueden poner en jaque el esfuerzo de toda una vida.
Asimismo, especialistas insisten en que, además de contar con un seguro, la prevención juega un papel clave. Acciones sencillas como dar mantenimiento periódico a las instalaciones, cerrar llaves de paso en temporada de lluvias o resguardar un inventario de bienes personales pueden marcar la diferencia al momento de enfrentar un siniestro. Con estas medidas, se agiliza la evaluación de daños y se evita que las pérdidas sean mayores.