Por: Lic. Raúl Sahagún Brunet, CEO GSMÉXICO

Por hoy, dejamos un poco de lado el tema de la IA, muchos agentes me comentan que están abrumados ante tantas opciones gratuitas y con costo, que se ofertan todos los días para hacer/facilitar su labor. Me han pedido que haga un análisis de algunas que lo veremos en próximas ediciones….mientras tanto…HAY QUE IR AL DOCTOR ¡!

Los agentes de seguros van con el doctor promotor

Imagina esta escena: un agente de seguros de 56 años, con años de batalla en el campo, llega al “consultorio” de su promotoría. No trae fiebre ni tos, pero sí un montón de dolores que le pesan más que una póliza de 2000 hojas. ¿El doctor? La promotoría. Y el diagnóstico es clarito: si no atendemos esos males, no hay carrera, no hay ventas… y no hay futuro.

Los dolores del agente de seguros en México

Primero, el clásico dolor de cabeza: la falta de cultura de seguros. Muchos clientes ven la prima como “gasto innecesario” y no como inversión. El agente se rompe explicando que un seguro es protección, pero recibe miradas como si estuviera vendiendo humo.

Segundo, el dolor de espalda: la economía de los clientes. Mucha gente vive al día, y pensar en el futuro les suena lejano. El agente carga con el peso de convencerlos de que el ahorro y la protección no son lujos, son necesidades.

Tercero, la migraña de siempre: el estigma de ser agente de seguros. Aún hay quien los ve como vendedores molestos. Y eso, créeme, duele más que un rechazo.

Luego está el dolor en las rodillas: la competencia feroz. Tantos agentes en la cancha, tantas promotorías peleando, que cada paso cuesta el doble.

Y no olvidemos la gastritis: los siniestros. El cliente se accidenta o fallece, y el agente termina atado en trámites largos, con el cliente (o su familia) presionando y la aseguradora respondiendo lento.

A eso súmale el insomnio: la falta de seguimiento posventa. Muchos agentes venden y desaparecen. El cliente lo resiente y la cartera no crece.

Y por si fuera poco, el reflujo: la alta rotación. Muchos agentes no aguantan más de tres años y abandonan el barco.

Finalmente, el dolor crónico: contratos y trámites complejos. El agente quiere ayudar, pero la letra chiquita y los procesos poco claros lo desgastan.

¿Y qué busca el agente para curarse?

Pues como todo paciente, busca alivio:

Educación para que sus clientes entiendan el valor del seguro.

Prospectos que sí puedan pagar lo que ofrece.

Herramientas para verse profesional y confiable.

Capacitación que lo diferencie del montón.

Soporte en siniestros para no desgastarse solo.

Estrategias de posventa que lo hagan estar presente siempre.

Un camino de carrera que lo motive a quedarse.

Y procesos claros, humanos, que faciliten su chamba.

El papel del doctor promotor

Aquí entra el promotor con su bata blanca metafórica. Su función no es solo reclutar, sino diagnosticar y recetar. ¿Cómo?

Recetar educación continua: no solo de productos, sino de empatía, comunicación clara y técnicas de venta emocional.

Dar analgésicos para los siniestros: procesos simplificados, acompañamiento cercano, y respaldo administrativo.

Fortalecer el corazón con seguimiento: enseñarle a mantener relación con clientes después de la venta, creando confianza.

Vitaminas motivacionales: reconocimientos, talleres, charlas que inspiren. La motivación es la mejor pastilla contra la deserción.

Suero de comunidad: construir redes entre agentes, mentorías y sentido de pertenencia.

Lentes nuevos: modernizar la forma de comunicar, con apoyo digital y marketing que proyecte seriedad.

Cuando la promotoría actúa como un buen doctor, no solo cura males: previene enfermedades. Un agente sano es productivo, feliz y, sobre todo, constante.

Así que la próxima vez que un agente llegue con dolor de cabeza porque el cliente le dijo “no”, que recuerde: no está solo. Su doctor promotor tiene las medicinas listas para que siga en la cancha, con energía renovada y más pólizas en la bolsa.

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