El mito del perfeccionista

El Asegurador

¿En algún momento has pensado que tu trabajo exige la creatividad de un premio  Nobel, la dignidad y congruencia de un buen líder espiritual, el tacto de un embajador, la audacia de un abogado, la humildad de un Gandhi, la precisión de un escritor, la salud de un atleta y, ¿por qué no?, la sonrisa de una estrella de cine?

¿Te sientes abrumado por no poder conseguir todas estas cualidades, y estás buscando el camino para lograrlo?

Replanteo la pregunta  y te pregunto: ¿en cuál de todas estas cualidades estarías dispuesto a fracasar?

Si tu tendencia es ser un perfeccionista orgulloso y buscador de la más alta calidad en sus  resultados, probablemente eliminarás la pregunta, e incluso dejarás de leer estas líneas. No  obstante, quiero pedirte que te coloques frente a este espejo y revises si el camino de perfección que propongo te llevará realmente al éxito verdadero.

Sarah Blakely, fundadora de una empresa fabricante de fajas para moldear el cuerpo   —en su momento la multimillonaria más joven del mundo—, ha compartido que su padre le preguntaba todas las noches, durante la cena: “Platícame, ¿en qué has fracasado hoy?”, con la intención, no de desmoralizarla, sino para animarla a comprender que detrás de un error existe una experiencia de aprendizaje cuyos frutos, aunque de  raíces amargas, son de sabor agradable.

Si muestras cierta alergia a los fracasos, a cometer equivocaciones, a eludir rechazos, a evitar el ridículo, muestras un síndrome que Susan David agudamente califica como “metas de personas muertas”, ya que las únicas personas que nunca vivirán el rechazo, el ridículo o  el error son aquellas que ya no están entre nosotros.

Es conveniente examinar algunos de los rasgos  que muestran los autoproclamados perfeccionistas y buscadores crónicos del más alto nivel de excelencia:

  • La búsqueda de perfección indica, en primer lugar, una baja conciencia de la propia indigencia, que provoca,  por lo tanto, una empatía reducida con los otros: aquel que rechaza sus límites es incapaz de aceptar los de los demás.
  • Generalmente, las personas perfeccionistas muestran mayor nivel de ansiedad social, ya que tienen elaborado un plan de ocultamiento que les permite silenciar sus defectos y presentar una imagen más efectiva ante los otros.
  • No obstante, estos individuos expresan un juego doble en su actuar: son perseguidores implacables de  los errores de sus colegas y altamente cuidadosos con los suyos, para no ser descubiertos y juzgados, como ellos mismos   harían.
  • Habitualmente, estas personas viven de una manera más inhumana consigo mismas  al no sentirse satisfechos con sus propios logros y al estar en una persecución tenaz de su propio esplendor.

¿Qué piensas de ti cuando fracasas? ¿Qué pasaría si asumieras que el fracaso no existe  y que éste sólo es información que te servirá para el siguiente episodio en tu vida? ¿Crees que te sería útil darle este nuevo enfoque y replantearlo como un aprendizaje?

Francis Bacon nos comparte un pensamiento que señala puntualmente que al hombre se le concedió la imaginación para compensar lo que no es  y el sentido del humor para consolarlo por lo que es.

Puedes soñar con aquella persona en quien   puedes convertirte, pero también puedes reír sobre lo que no has conseguido. Donde no hay humorismo  hay un campo de concentración.

Mariana Hernández Navarro es coach  ejecutiva especialista con más de 20 años de  experiencia en desarrollo humano, motivación y procesos de integración de equipos de alto desempeño. 

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