Ansiedad y depresión ante la pérdida de un ser querido

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En estos tiempos de pandemia, se ha incrementado el número de muertes a consecuencia de la COVID-19 y prácticamente todos conocemos a personas que fallecieron o a familias donde un ser querido murió debido a la cepa vírica. Esto es, de por sí, un grave problema que genera sentimientos naturales de tristeza, desolación y depresión; y más, si le agregamos el nivel de estrés y de ansiedad que ya tenía la mayor parte de la población derivado del confinamiento y los terribles efectos laborales, económicos y sociales producidos por el virus SARS-CoV-2. 

 

Es importante aclarar que para nosotros, los psicólogos clínicos, existe diferencia entre un trastorno depresivo, de ansiedad y lo que llamamos proceso de duelo. 

 

El proceso de duelo es la serie de etapas que cualquier persona, usted y yo, vivimos ante la pérdida de un ser querido. Se trata, en suma, de un mecanismo que nuestra psicología implementa para tratar de salir lo mejor librado a nivel emocional de la triste realidad que implica la muerte de una de nuestras personas cercanas.

 

Las etapas del proceso de duelo son cinco y cada una de ellas tiene por objetivo ayudar a la persona doliente a adaptarse a una nueva realidad. A continuación, estimado lector, describiremos brevemente cada una de ellas:

 

  • Shock. Esta es la primera etapa del proceso de duelo, en la cual el doliente, mejor dicho su cerebro, trata de ganar tiempo para que la persona pueda aceptar la información que está recibiendo. Es común que en este momento la persona simplemente no sepa o no pueda reaccionar, está como ida, plana, actuando como robot; y en algunos casos se puede desmayar y perder la conciencia. Es como si su cerebro, al igual que lo hacemos con las computadoras,  se reiniciara para incorporar la realidad de la muerte. Esta etapa no suele durar mucho tiempo, va desde algunas horas hasta pocos días.


  • Negación. En esta etapa la psicología de la persona no acepta la realidad de la pérdida, es cuando aparecen reacciones como: “no es cierto”, “estás jugando”, “papá no está muerto”, “despierta”, “seguro que no es él quien murió”, “debe haber un error”; etcétera. Lo que está haciendo la psicología de la persona es tratar de defenderse del dolor de la pérdida.

 

  • Ira. En este ciclo es perfectamente normal que aparezca el sentimiento de enojo, odio, entre otros. ¿Contra quién? Contra todo y todos. Es común que las personas se enojen con los médicos, situaciones, personas que cuidaban al enfermo, familiares, Dios, etcétera. Es más, es usual que se enojen con el difunto por no haberse cuidado, por haber muerto y demás. Aquí también aparece la ira contra uno mismo, puesto que existe el reproche por lo que se hizo hacia el difunto y por lo que no se hizo también. Es como si la mente estuviera buscando un culpable con quien poder desquitar el dolor que se tiene.

 

  • Depresión. Esta es la reacción emocional más normal que presentamos ante la muerte Aparece la tristeza lógica por la separación de alguien a quien amamos y es la etapa en la que la persona suele tener períodos de llanto y desolación, aislamiento, baja actividad, necesidad de dormir mucho, etcétera. Este ciclo es habitualmente el de mayor duración, pero esto no implica que la persona está siempre igual de triste o decaída, sino que va mejorando poco a poco aunque con recaídas. En este punto, la persona necesita que los demás le demuestren apoyo y en algunos casos que se hagan cargo de ella.

 

  • Aceptación. Esta es la última etapa del proceso de duelo, en la que la persona va poco a poco retomando su vida, aceptando que necesita seguir adelante a pesar de la ausencia de su ser querido. Con dolor y esfuerzo, pero saldrá adelante.

 

Las etapas que conforman el estado de duelo no necesariamente van secuenciadas de manera perfecta, es común que se regrese de una a otra etapa, Para darnos una idea de la importancia de respetar los procesos de duelo, debo comentar que el tiempo normal de duración de este proceso oscila entre uno y dos años, después de esto se considera que el duelo ya está cayendo en una etapa posiblemente enfermiza.

 

Es muy importante apoyar a la persona que perdió a un ser querido pero sin apresurarla, visto que cada ser humano tiene su propio ritmo de recuperación y no somos nadie para decidir cuánto tiempo ni tampoco delimitar qué tanto dolor debe sentir un ser humano, tras la muerte de alguien especial. 

 

Vale decir que la terapia psicológica no busca acelerar las etapas del duelo, lo que procura es que las personas salgan con el menor daño psicológico posible y vayan retomando su vida de manera gradual.

 

Recuerde, no tiene por qué acostumbrarse a sufrir. No olvide que puede aprender a vivir feliz.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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