Cada quien decide cómo vive

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  • REFLEXIONES

Por: Carlos Molinar / carlos@molinar.com 

La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.

-Gabriel García Márquez

Me encanta el pensamiento de Gabriel García Márquez que preside este artículo porque, si entiendo bien, se refiere a que no importa tanto qué hayas vivido, sino cómo lo hayas vivido y lo recuerdes.

No cabe duda de que la vida es bella, maravillosa y totalmente digna de disfrutarse cuando nos programamos correctamente para vivirla o, como quien dice, nos ponemos en el modo adecuado.

Existen los que incomprensiblemente la sufren; y son, desde mi perspectiva, aquellos que se han programado en modo víctima o negativo, los que están verdaderamente convencidos de que la vida es un valle de lágrimas.

Hay otros que, yo digo, viven en modo automático. Son aquellas personas que demarcan sus zonas de confort y buscan a toda costa acomodarse a ellas cuidando meticulosamente no salir de ahí. Aunque la vida de repente las empuje fuera de dichas zonas, desarrollan una habilidad impresionante para regresar al mismo lugar, o incluso, si eso no les fuera posible, crear nuevas.

Finalmente, existimos los que procuramos disfrutar la vida al máximo, lo que, en mi opinión, depende mucho de que nos pongamos en el modo adecuado.

Querido lector, seguramente te has de estar preguntando: “¿Y qué modo es ése?”. Para mí, es el modo de Goce a plenitud, de eterno aprendizaje y de vivir agradecido, que implica vivir con los ojos, los oídos, los brazos y el corazón bien abiertos, tratando de aprender de todo y de todos, conscientes de que solo hay un momento para disfrutar, y ése es el momento presente.

Trataré de explicarme. Es un hecho que la misma situación puede ser vivida y recordada de manera distinta por cada persona, dependiendo del grupo al que pertenezca.

Pensemos en algo complicado. Por ejemplo: la pérdida de un ser querido. Mientras que una persona del primer grupo la puede vivir como una verdadera tragedia, convencida de que está destinada para el sufrimiento, una del segundo grupo seguramente la vivirá de manera evasiva, tratando de no pensar mucho en ello, buscando pasar el trago amargo lo más pronto posible y distrayéndose en lo que pueda para evitar sentir dolor. Finalmente, alguien del tercer grupo quizás la viva como un aprendizaje, e incluso casi como una bendición, dando gracias por haber podido disfrutar de esa persona durante el tiempo que tuvo oportunidad de hacerlo.

Podríamos tomar cualquier ejemplo, de cosas que se consideran negativas o positivas. Dependiendo del grupo en que estemos, las vamos a vivir de manera muy distinta.

Por lo anterior, dependiendo del grupo en que queramos estar, viviremos la vida de una u otra manera. Lo más importante es que eso solo depende de nosotros. Es definitivamente una decisión personal; tan personal que, por más que tratemos de influir a un ser querido (llámese cónyuge, hermano, padres o hijos) para hacerlo cambiar de un grupo a otro, más nos vale saber que no hay discurso que logre tal cometido. Quizás solo exista una fórmula, y es a través del ejemplo.

Si queremos hijos felices, una esposa feliz, familiares o amigos felices, la mejor manera de influir en ellos es siendo felices; programarnos en el modo adecuado, viviendo agradecidos, como eternos aprendices y gozando a plenitud la vida; recordando siempre ese consejo de Gabriel García Márquez que dice: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

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Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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