Carece México de condiciones para introducir vehículos autónomos: KPMG

El Asegurador

En México no existen las políticas ni las legislaciones necesarias que permitan la introducción paulatina de los vehículos autónomos, además de que la situación económica y política del país crea barreras para adoptar este tipo de autos en el futuro próximo, todo esto en la opinión de Ignacio García de Presno, socio líder de Asesoría en Infraestructura de KPMG.

El ejecutivo de la oficina de la firma en este país detalló que la reforma energética que puso en marcha la Administración Federal q privilegió la producción de hidrocarburos, como el petróleo y el gas, lo que, en su opinión, configura una política que ralentizará  la adopción de los vehículos autónomos, puesto que éstos son principalmente eléctricos.

García de Presno advirtió que, pese a lo anterior, esta situación podría revertirse si México logra integrarse más con sus mayores socios comerciales: Estados Unidos y Canadá, naciones industrializadas que tienen importantes avances en lo que respecta a las pruebas y adopción de vehículos de conducción autónoma que emplean energías verdes.

El directivo de KPMG destacó que México es uno de los países con los índices más bajos en el desarrollo de centros de investigación, asociaciones industriales, impulso científico y tecnológico, creación de nuevas patentes e inversiones para la adopción de vehículos autónomos. Para completar este   cuadro, continuó García de Presno, el hecho de que en el país no existan pruebas específicas para determinar el avance de la conducción automática ocasiona que el consumidor sienta desconfianza ante este tipo de unidades.

García de Presno aseguró que si México desea tener un futuro en el que la sociedad pueda trasladarse por medio de vehículos autónomos, debe asumir los cambios que está tecnología acarreará. En tal sentido, delineó los atributos que deben cimentarse en el país para introducir las revolucionarias unidades:

  • El Gobierno debe estar dispuesto a regular y apoyar el desarrollo de los vehículos autónomos.
  • Se debe construir una infraestructura vial mucho más amplia, adecuada al tránsito de vehículos radicalmente distintos y perfectamente equipada con una red eficaz y confiable de comunicación digital.
  • Se requiere una vasta inversión e innovación en el sector privado.
  • Es indispensable impulsar pruebas a gran escala, gestionadas en mayor medida por la industria automotriz.
  • Se necesita un gobierno proactivo que avive el apetito de inversión de las ensambladoras.

Los riesgos no se disiparán

Para ampliar la descripción de este nuevo paisaje tecnológico, David Carlson,  Manufacturing and Auto  Practice  Leader de Marsh & McLennan, apuntó que, efectivamente, los autos sin conductor a fin de cuentas reducirán la frecuencia de colisiones y los costos totales de responsabilidad; sin embargo, alertó que habrá dificultades antes de alcanzar la promesa de seguridad total de estos aparatos.

Antes de que los vehículos autónomos se vuelvan viables y los consumidores se adapten a compartir el camino con automóviles sin conductor, es probable que se produzcan muchas colisiones”, explicó Carlson.

De acuerdo con lo dicho por el directivo de Marsh & McLennan, a medida que los conductores se vuelvan más atentos y respetuosos de la seguridad vial, los fabricantes,  los proveedores de componentes y las empresas de tecnología que participen en la construcción de los vehículos autónomos y del software que los controla asumirán más riesgos de responsabilidad.

David Carlson recordó que en la actualidad más de 90 por ciento de las reclamaciones en Autos es causado por maniobras irresponsables de los conductores, mientras que el porcentaje restante se atribuye a fallas en el mecanismo de los vehículos. “Durante las próximas dos décadas, esa ecuación seguramente cambiará, lo que planteará nuevos desafíos a las aseguradoras sobre cómo cuantificar el riesgo y la cobertura del seguro”, añadió.

Cambio de enfoque

Carlson pronosticó que en Autos el enfoque tradicional de la responsabilidad tendrá que ceder la estafeta a una cobertura diferente, más amplia, relacionada con nuevos productos tecnológicos, innovaciones técnicas y novedosos instrumentos de uso cotidiano gobernados por inteligencia artificial, por lo que, agregó, las compañías de seguros deberán cambiar su manera de operar y tendrán que ofrecer coberturas híbridas.

“Considero que, si un vehículo está bajo el control del conductor y ocurre un siniestro, se aplicará la cobertura tradicional; no obstante, si el asegurado emplea tecnología autónoma, la cobertura se trasladará a la responsabilidad por productos que tienen los fabricantes de este tipo de tecnología”, abundó el funcionario de Marsh & McLennan.

Pese a que el planteamiento resulta fácil de procesar, David Carlson avizoró que no será sencillo que las aseguradoras y los fabricantes logren ponerse de acuerdo para determinar las condiciones en que se consumó una colisión. Es decir, depurar responsabilidades en un accidente en el que haya participado un vehículo autónomo será un proceso más o menos lleno de fricciones.

“Ambas partes necesitarán encontrar un terreno común para usar los datos que seguramente los coches podrán recopilar por su enorme capacidad de cómputo. Creo que el mayor desafío es garantizar que la responsabilidad se defina de manera justa, sin descuidar aspectos torales como la protección de los datos del propietario del vehículo”, especificó el especialista en autos de conducción inteligente.

Por último, David Carlson precisó que para que en el futuro los vehículos autónomos dominen la escena vial y logre zanjarse la mayor parte de las disputas es indispensable que la industria del automóvil y las compañías de seguros se preparen para una realidad que trastrocará muchas áreas de la práctica legal y del conocimiento, por lo que, concluyó, ambos segmentos deberán cambiar la forma en que conciben el riesgo de conducción.

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