En México, más de 2.6 millones de madres desean o necesitan trabajar, pero más de la mitad no lo hace debido a la falta de apoyo para el cuidado de sus hijos pequeños o familiares dependientes, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esta situación refleja el impacto del llamado techo de cemento, una barrera menos visible pero profundamente arraigada que limita las oportunidades laborales de las mujeres al interior de los hogares.
A diferencia del techo de cristal —que se refiere a obstáculos externos para ascender en las organizaciones—, el techo de cemento es interno y se refuerza socialmente. Se construye a partir de estereotipos de género que colocan a las mujeres en el rol de cuidadoras y responsables del hogar, llevándolas a priorizar esas tareas por encima de su desarrollo profesional. Esta barrera psicológica y cultural actúa como un freno silencioso que condiciona decisiones laborales y personales.
Sobre este tema, Ana María Ocampo, directora ejecutiva de TI y Operaciones de Afore SURA, advierte que este fenómeno perpetúa desigualdades económicas y sociales que afectan a las mujeres durante toda su vida. “Desde menores ingresos y mayor informalidad hasta dependencia económica en la vejez, el techo de cemento reduce la seguridad financiera de millones de mujeres”, explicó.
Ocampo añadió que la brecha salarial en México es del 12.2 por ciento a favor de los hombres, y las horas dedicadas al trabajo no remunerado son un factor central en esta disparidad.
“El impacto no se limita al presente. Las consecuencias del techo de cemento también se reflejan en el futuro de las mujeres, particularmente en su acceso a pensiones dignas. Las interrupciones en su vida laboral, los bajos ingresos y la informalidad reducen sus semanas cotizadas, requisito clave para acceder a una pensión a través del IMSS o el ISSSTE. Incluso si cumplen con este mínimo, los ingresos percibidos suelen ser tan bajos que la pensión resultante es insuficiente para una vejez digna”, subrayó.
Por otra parte, la falta de una base económica sólida también genera una dependencia hacia la pareja. En caso de divorcio o viudez, muchas mujeres quedan desprotegidas financieramente, agravando su vulnerabilidad. Ante esta situación, expertos recomiendan acciones concretas como redistribuir las tareas del hogar, transitar hacia el empleo formal, participar en cursos de educación financiera y formar parte de redes de mentoría para fortalecer sus oportunidades profesionales.