Definitivamente estoy convencido de que “los sueños no se hacen realidad”. Somos nosotros los que los vamos tejiendo, hilvanando, poco a poco les vamos dando forma. Sí, para mí esto es una realidad.
Alguien dijo una vez: “Los adolescentes de hoy piensan que la vaca da leche; y les tengo una noticia mala: las vacas no dan leche”.
Posteriormente aclaró: “Si el granjero no se levanta a las 4:00 de la mañana a preparar todo para que finalmente, después de unas horas de arduo trabajo, pueda sentarse en su banquito a ordeñar a la vaca, ¡desde luego que no habrá leche!”.
Existe un proceso que vale la pena conocer en la materialización de los sueños.
Los sueños se vislumbran, se tienen, se disfrutan como tales; y luego vienen diversos pasos, importantísimos, en los que cada quien decide si se archivan, manteniéndose como un sueño más, o se trabaja en ellos para ir hilvanándolos poco a poco en la realidad, hasta que después de muchos pasos, en los que reiteradamente aparecen las dudas, el temor, la indecisión y muchos otros factores, se van tomando decisiones en esa dicotomía, ya sea para archivarlos o para seguir adelante con su realización.
Hasta que un día ahí está el sueño, frente a nosotros, materializado, hermoso y real.
Si miramos hacia atrás, veremos cómo nació, cómo se fue gestando y cómo se fue avanzando en su cristalización paso a paso. Incluso podremos distinguir los momentos de verdad en los que pudimos haber abandonado la acción, archivando el sueño; pero decidimos seguir adelante, tomando en muchas ocasiones decisiones difíciles y muchas veces valientes para que algún día se llegara a concretar.
Es un proceso maravilloso… Los sueños no se hacen realidad; ¡los hacemos realidad nosotros!
Elige muy bien tus sueños y trabaja fuerte en ellos; decide en cada paso del proceso si los archivas y los mantienes como simples sueños o si decides trabajarlos, hilvanándolos paso a paso, para hacerlos realidad.
¡Tú tienes la batuta! Tú decides y, por supuesto, ¡son tus sueños!