Por: Lic. Raúl Sahagún Brunet, CEO GSMEXICO

Colega agente, seamos honestos. La Inteligencia Artificial (IA) ya está en todos lados y en nuestro sector resuena con fuerza. Para los chavos, es una herramienta natural; para los que tenemos más canas que credenciales, puede sonar a amenaza. Pero el debate real no es sobre la edad, sino sobre el cómo la usamos.

La IA puede ser una palanca que dispare nuestras ventas o una muleta que atrofie nuestro talento. ¿Cuál eliges tú?

La IA como Palanca: ¡Aumentando tu Potencial!

Los pros de usar bien la IA son brutales. Imagina tener un asistente 24/7 que:

Filtra prospectos de oro: Te dice a quién llamar primero basándose en datos reales, no en corazonadas. Es como tener un GPS para encontrar a tus clientes ideales.

Automatiza la talacha: Adiós a horas de papeleo, seguimiento y recordatorios. La IA se encarga de lo repetitivo para que tú te dediques a lo importante: tomarte un café con tu cliente y entender sus necesidades.

Te da superpoderes de análisis: Te ayuda a encontrar el producto perfecto en el catálogo más complejo, personalizando ofertas que te hacen ver como un verdadero genio de los seguros.

En resumen, la IA como palanca libera tu tiempo y potencia tu capacidad para que te enfoques en lo que ninguna máquina puede hacer: conectar, empatizar y generar confianza.

El Riesgo de la Muleta: Cuando la IA Piensa por Ti

Aquí es donde la cosa se pone seria. Estudios del MIT Media Lab y otros neurocientíficos nos advierten de un peligro real: la “pereza metacognitiva”. Nuestro cerebro, como un músculo, se atrofia si no lo usamos. Si delegamos todo a la IA:

Tu “colmillo” se oxida: Esa intuición que has desarrollado por años para leer a un cliente, para saber cuándo callar y cuándo presionar, se debilita si te pones en piloto automático y solo repites lo que la IA te sugiere. Tu capacidad de pensamiento crítico disminuye.

Todos sonamos igual: El New Yorker lo dijo claro: la IA “homogeniza nuestros pensamientos”. Si todos le pedimos a Chat GPT un guion para vender un seguro de vida, todos terminaremos sonando como un robot sin alma. ¿Dónde queda tu chispa? ¿Tu sello personal?

Generas dependencia: A más uso indiscriminado, más te costará resolver problemas sin ayuda. Te vuelves un simple operador de la herramienta en lugar del estratega que eres.

El Papel de la Promotoría: Entrenadores de “Cerebros Aumentados”

Aquí es donde las promotorías tienen una misión de oro. Su rol ya no es solo dar un escritorio y catálogos. Hoy, deben ser el gimnasio donde entrenamos nuestro “cerebro aumentado”.

Una promotoría líder en esta nueva era debe:

Enseñar a pensar, no solo a teclear: La capacitación no puede ser un tutorial de “pícale aquí”. Debe enfocarse en cómo usar la IA para cuestionar, comparar y profundizar.

Convertir la IA en un “sparring”: Deben crear dinámicas donde usemos la IA para encontrar contraargumentos, detectar sesgos en nuestras propuestas y explorar alternativas creativas. Que la máquina nos rete a ser mejores.

Fomentar una “dieta sin IA”: Impulsar espacios de trabajo 100% humanos, de lluvia de ideas y role playing, para mantener la agilidad mental y no perder la práctica de la venta cara a cara.

La conclusión es clara. La IA no es buena ni mala; es un amplificador. La decisión de si amplifica tu genialidad o tu mediocridad es tuya.

El futuro no es del agente que usa IA, sino del agente que piensa mejor gracias a la IA. La clave es usarla para hacer el trabajo pesado, mientras tú te dedicas a ser, más que nunca, espectacularmente humano.

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