No hay otro fenómeno natural que combine con tanta fuerza el poder del agua, del viento y de la incertidumbre como un huracán. México, con costas en dos océanos, vive cada año el riesgo latente de ver interrumpidas sus cadenas de suministro, paralizar sus ciudades y ver severamente dañadas sus zonas turísticas, agrícolas y energéticas. Y aunque no podemos evitar que ocurran, sí podemos prepararnos mejor para enfrentarlos.
La asegurabilidad ante huracanes ha sido históricamente un reto. Los eventos catastróficos pueden superar con facilidad los límites tradicionales de muchas pólizas. Además, en zonas altamente expuestas, los costos se incrementan, y las condiciones se endurecen. El reto no es sólo técnico, sino estratégico.
La temporada ciclónica -de junio a noviembre- suele alcanzar su punto crítico en agosto y septiembre. Fenómenos recientes como los huracanes Bárbara y Beryl, y especialmente Otis, no sólo recordaron nuestra vulnerabilidad, también subrayaron la urgencia de estar asegurados. Hace unos días, Erick y Flossie tocaron territorio nacional en este 2025, afortunadamente sin grandes daños.
La AMIS informó que el nivel de aseguramiento de viviendas, apenas alcanza 25 por ciento a nivel nacional, con regiones muy por debajo de la media, como Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Esto deja a millones de hogares y negocios en situación crítica ante un ciclón.
Los seguros tradicionales cubren daños físicos: techos volados, bardas colapsadas, maquinaria dañada. Pero hay otras pérdidas que quedan fuera del radar: ingresos perdidos, interrupciones prolongadas, casos de reubicación temporal o pérdida de clientes. Por eso hoy más que nunca se habla de soluciones integrales que combinen coberturas físicas con herramientas más innovadoras.
Una de ellas son los seguros Paramétricos (abordado anteriormente), ese tipo de cobertura entrega liquidez inmediata para contener la emergencia o acelerar la recuperación en eventos climáticos severos como los huracanes en donde el tiempo de respuesta marca la diferencia.
Una buena estrategia no sólo transfiere el riesgo, lo gestiona, la clave hoy está en que esté bien diseñada, basada en factores como geografía, exposición histórica, objetos de cobertura y presupuesto del cliente, combinados con una asesoría consultiva que revise deducibles, sublímites, cláusulas catastróficas y periodos de espera entre otros. Asimismo, integrar modelos meteorológicos, datos satelitales e inteligencia climática, garantiza programas más precisos y adaptados a cada situación.
El huracán no se detiene, pero su impacto sí puede mitigarse. La diferencia entre colapsar y resiliencia muchas veces se define con una decisión tomada antes de que soplen los vientos. Porque proteger el patrimonio de hoy es construir la fortaleza para el mañana.