La IA no va a hacer tu trabajo… a menos que la entrenes para eso

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Por: Sergio F. Esquivel | Estratega Digital

Hoy, hablar de inteligencia artificial (IA) parece inevitable. Está en todos lados: en nuestras búsquedas, en nuestras redes sociales, en nuestros celulares, y por supuesto, en nuestras conversaciones profesionales. Pero mientras algunos ya la están usando como una verdadera extensión de su estrategia, la mayoría de los agentes de seguros aún no tiene ni idea de cómo convertirla en un verdadero aliado.

Y eso es un problema, porque cuando no entiendes bien una herramienta, no la usas o peor aún: ella termina usándote a ti.

La IA no es mágica, es estratégica

Hay una idea muy peligrosa flotando entre agentes: que con la IA ahora “todo es más fácil” y que ya no hay que pensar tanto, solo pedirle que “haga el trabajo”.

Y sí, claro, puedes pedirle que te escriba un post para redes sociales, que resuma un documento, que haga un guión. Pero si tú no sabes qué quieres decir, a quién se lo estás diciendo, qué tono tiene tu marca y qué diferencia tu propuesta de la de otros… entonces el resultado va a sonar igual al de todos los demás.

La IA no es mágica. Es tan útil como el contexto que le das.

Muchos asesores fracasan con la IA no porque no funcione, sino porque no saben usarla

Muchos agentes han intentado “usar IA” y se decepcionan. Dicen que el contenido que genera “no vende”, que los guiones “no funcionan” o que “no atraen a las personas correctas”. Y claro, terminan diciendo que “mejor lo hacen a su manera”.

¿La razón? Nunca se tomaron el tiempo de entrenarla con su visión, su mensaje, sus valores, su estilo.

Esto no es diferente a tener un asistente nuevo. Si no le explicas bien cómo trabajas, cómo hablas, qué ofreces y por qué lo haces, va a cometer errores. La diferencia es que aquí, ese “asistente” puede ayudarte con cosas que van mucho más allá del contenido.

Dejar de improvisar y empezar a entrenarla

La IA no sustituye tu estrategia. La potencia. Pero para que eso suceda, tienes que enseñarle a pensar como tú, a expresarse como tú. De otra forma, lo que te entregue será genérico, sin alma, sin dirección. Un contenido más entre millones de otras cuentas que parecen más la sección amarilla y no la cuenta de una persona de carne y hueso, como tú.

Entrenar a ChatGPT, a Gemini de Google o incluso a Copilot de Microsoft, significa enseñarle tu forma de razonar, tu manera de hablar, tus ideas. 

Significa dejar de verla como una caja mágica que da respuestas, y convertirla en una especie de versión digital tuya que sí sabe cómo apoyarte. Si no haces ese trabajo previo, vas a sentir que es más un espía externo que un aliado interno.

Y cuando logras ese nivel de entrenamiento, el uso se vuelve estratégico.

Por ejemplo, puedes usarla para entender mejor los productos que ofreces. Todos sabemos que parte de tu trabajo implica lidiar con tablas de datos técnicos bastante complicados o un contratos repletos de términos díficiles de leer e incluso de lenguaje difícil. 

Puedes pedirle que te lo explique con claridad, que resuma los puntos clave o que te dé una forma más sencilla de explicárselo a tu cliente.

¿Tienes una cita importante? Puedes usarla para preparar argumentos, practicar cómo presentar tu propuesta e incluso ensayar respuestas a objeciones. Basta con darle contexto del cliente y pedirle: “Dame cinco formas de responder si me dicen que está muy caro”, o “Ayúdame a justificar este beneficio frente a este competidor”.

También puedes simular escenarios financieros. Ingresas los objetivos de tu cliente, sus montos, su edad, su plazo, y te ayuda a visualizar opciones. Proyecciones, comparativos, simulaciones… Tal vez no te darán un dato definitivo, pero sí una base sólida para ayudar a tu cliente a decidir mejor.

En contenido, la IA puede ayudarte a escribir con claridad, pero sólo si le das dirección. No le pidas “escribe un post de ahorro”, como hacen todos los que ignoran como usarla. Mejor dile: “escribe un post sobre ahorro para mamás que están pensando en la educación de sus hijos, con mi estilo de escritura y reforzando mis valores principales, con un tono cálido y directo”.

Y algo más: si trabajas con múltiples productos o aseguradoras, puedes comparar opciones con ella. Le das las tablas y le pides que te ayude a encontrar la opción más adecuada para cierto perfil o incluso a armar una propuesta integrada que combine varias soluciones.

La herramienta ya está ahí, lo que falta es tu decisión

La mayoría de los agentes que fracasan con la IA no lo hacen por falta de recursos, sino por falta de intención. No han decidido realmente aprender a usarla, integrarla en su día a día, convertirla en una parte útil de su proceso.

Y eso es una gran oportunidad. Porque el agente que sí lo haga va a pensar más rápido, va a explicar mejor, va a conectar con más personas, va a cerrar más ventas. No porque la IA lo haga todo por él, sino porque la IA le ayuda a pensar mejor, con más claridad, con más enfoque.

La IA no te va a quitar el trabajo, pero el asesor que la domine… puede que sí.

La inteligencia artificial no es el enemigo. Piérdele el miedo. Tampoco es una solución infalible. Es una herramienta que puede hacerte más fuerte… o sacarte del juego si decides ignorarla. 

Así que antes de preguntarte si vas a usar IA, pregúntate si estás dispuesto a entrenarla. Porque cuando lo haces bien, no estás sumando un software, estás multiplicando tus capacidades.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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