Lo perfecto es enemigo de lo bueno

Charlemos seguros

El asegurador

En muchas ocasiones recurro a la sabiduría popular para tratar de explicar una idea, y siempre me sorprendo por la fuerza y la facilidad con la que con una simple frase se pinta un panorama tan claro; y   este caso no es la excepción.

Yo no soy   experto en desarrollo de proyectos;  sin embargo, trato de utilizar mi experiencia de vida para tener mejores resultados.

Muchos autores sostienen que un proyecto tiene cinco fases:

  1.   Inicio. La fase de inicio es crucial en el ciclo de vida del proyecto, ya que es el momento de definir el alcance y proceder a la selección de los participantes que serán  el equipo que lo llevará a cabo.
  2.   Planeación.
  3.   Ejecución.
  4.   Seguimiento y control.
  5.   Cierre.

Una vez definido el objetivo del proyecto y quiénes participarán en él (inicio del proyecto), pasamos a la planeación.

En una buena planeación se deben considerar todos los factores que pueden llevar al éxito o al fracaso, pero, eso sí, sin exagerar en la búsqueda de la perfección. Ésa es la razón por  la que muchos proyectos jamás cristalizan.

En la administración moderna se habla de dos problemáticas que representan polos opuestos, y son:   parálisis por análisis y confusión por la acción.    

Ambos se deben evitar. Pero, si he de caer en alguno de ellos, definitivamente siempre me inclinaré por el segundo.

Cuando me refiero a una adecuada planeación, pienso que debemos considerar más que nada los factores que nos pueden llevar al éxito o al fracaso del proyecto, pero sin exagerar, porque caeremos en la  parálisis por análisis.    

Una vez que tenemos razonablemente concluida la planeación, hay que pasar al segundo punto: la ejecución.      

Una excelente ejecución siempre rendirá buenos frutos. Hay muchos proyectos que pueden ser maravillosos y que pueden caerse o fracasar por errores en esta fase, y esto me hace pensar en una frase que me encantó y que escuché en una película que les recomiendo ampliamente:   The Art of Racing in the Rain  o, en español,   Mi amigo Enzo,  que es la historia de un piloto de carreras y su perro.

La frase es: “En las primeras curvas nunca puedes ganar una carrera, pero sí la puedes perder”. Me gustó mucho porque nos muestra la importancia de una excelente ejecución y del hecho de ser constantes.

Luego viene la etapa de seguimiento y control, que va en paralelo a la ejecución para medir el pulso del desarrollo del proyecto y controlar desviaciones o hacer ajustes.

Desde mi personal perspectiva, éste es un punto vital para reaccionar de manera precisa y oportuna a fin de  modificar las líneas de acción y, si es necesario, hasta lo medular del proyecto, porque las cosas cambian por momentos. Recordemos también  que nada es estático y que siempre habrá imponderables.

Bien dicen que no podemos dirigir el viento, pero sí podemos y debemos ajustar las velas.   

Finalmente, viene la etapa del cierre, que parece fácil definir, pero no lo es. Hay que saber cerrar los proyectos para que se conviertan en una realidad o para aceptar que no tuvieron éxito y no dejemos cosas inconclusas   que nos hagan perder tiempo interfiriendo en el inicio de otros planes.   

Es importante intentar cosas, siempre ir hacia adelante, ser proactivos  y productivos, pero recordemos siempre que lo perfecto es enemigo de lo bueno.    

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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