Terminadas las campañas políticas, llegó la hora de la verdad para los 3,400   políticos que contendieron por un cargo de elección popular; presidentes municipales, diputados, senadores, gobernadores  y el mismo presidente de la república tendrán que demostrar para qué fueron seleccionados.

Las campañas tienen características muy específicas que distan mucho de lo que debe hacerse en un Gobierno;  así que los que triunfaron en la contienda electoral no ofrecen ninguna garantía de ser útiles y eficaces para la  administración pública.

Entre las promesas de una campaña política y la acción gubernamental puede haber una distancia tan abismal que los políticos podrían quedar mal parados  y con una dolorosa desacreditación ante sus gobernados.

Aquí presentaremos tres características vitales  pero diametralmente opuestas entre lo que representa la lógica electoral, por un lado,  y la acción gubernamental, por otro, que se deberán tomar en cuenta para ejercer un excelente gobierno:

1.- Inmediatez frente a progresividad.  La visión que prevalece a lo largo de una campaña política, que podría durar de tres a seis meses en sus diferentes fases (precampaña, intercampaña, campaña), es  indiscutiblemente cortoplacista; los intereses están pensados y enderezados a convencer al electorado lo más pronto posible.

Por el contrario, en  un gobierno las estrategias se estructuran de manera diferente:  se piensan progresivamente para generar beneficios en tiempos más espaciados (largoplacistas). Estos  programas serán finalmente evaluados y quizá hasta aplaudidos al final del sexenio.

2.- Individualidad frente a pluralidad.  En las campañas políticas prevalece el individualismo, la exaltación de la persona, de un solo candidato; el producto o la marca es el personaje que compite. Nadie más. Todo se centra en el aspirante, en sus ideas, en sus emociones, en sus virtudes. Si fracasa el individuo, fracasa todo.

Por lo contrario, en  un gobierno el poderío se centra en un equipo de trabajo, en un gabinete,  en un grupo de personajes que gozan de atributos distintos por las diversas carteras que ocuparán en la administración pública; por supuesto que es de vital importancia el actor clave (v.gr. el presidente).  Pero, si este ente resultara un mal administrador, aún podría salvarlo todo si sus compañeros de viaje (funcionarios públicos) gozan de cabal imagen, de prestigio.

3.- Enfrentamiento frente a unificación.  Mientras que en una campaña política todo el equipo electoral busca confrontar a sus oponentes, denostarlos, acabarlos mediáticamente, en un gobierno democrático y participativo lo que se pretende es aliarse con los  oponentes para salvar la administración. En el ejercicio comicial todo es marcar distancia con los oponentes; en tanto que en el ejercicio del poder público lo que se busca es agrupar, conciliar, consensuar.

Si en esta lógica administrativa los gobernantes buscan discutir e imponer sus propuestas a los demás (opositores, ciudadanos)  mediante actos intolerantes y hasta dictatoriales, difícilmente lograrán la unidad o unificación de los intereses nacionales; y, al final de su gestión, con toda seguridad saldrán mal parados.

Con estos planteamientos queremos dejar en claro que los nuevos gobernantes tendrán que cambiar su   chip electoral por uno gubernamental; que sus promesas de campaña tendrán que aplicarse de la mejor manera  para seguir teniendo el reconocimiento de sus seguidores (ya no electores, sino gobernados).

Tendrán el tiempo suficiente (de aquí a septiembre-octubre   los gobernadores y legisladores, y de aquí a diciembre el presidente)  para reflexionar lo que ofrecieron de manera contundente como candidatos. Ya en el poder, ¿serán útiles y ejercitables esos proyectos? Ya viéndolos con frialdad, ¿podrían ser un fracaso?

Todavía hay tiempo para corregir, de la manera más humilde, todos los errores, que, aunque fueron promesas de campaña, ya en el gobierno podrían resultar un auténtico fiasco.

Si se quiere administrar bien este país, será indispensable que los nuevos mandatarios terminen, de una vez por todas, con la lógica electoral, para dar paso a la actividad gubernamental.

He aquí la clave  de la seguridad y el éxito de su administración.

Deja un comentario