Los sueños no se hacen realidad

Charlemos seguros

El asegurador

Hace cuatro años escribí una reflexión que titulé “¿Cómo vas con tu sueño?”, y utilicé la imagen que acompaña esta nota.  

Siempre me han gustado los simbolismos, y la palabra   sueño se utiliza   también para describir una idea, un deseo, un anhelo que quisiéramos que algún día fuese realidad.

Cuando somos niños, solemos tener sueños, y un buen día nos percatamos de que el tiempo pasó inexorablemente y de que dejamos de hacerlo.  Deberíamos mantenernos siendo niños, de alguna manera, para conservar nuestra capacidad de asombro, la simplicidad de ver la vida, de disfrutar de las cosas pequeñas   y, sobre todo, la capacidad de soñar.

Los sueños van ligados a una esperanza, a una ilusión de que algún día (no definido con precisión)     se conviertan en   realidad.

Algo que debemos considerar como personas adultas  es que los sueños no se hacen realidad de manera espontánea. Lo cual, por una parte, es triste;  pero también, si prestamos atención, descubrimos que sí existe una forma de hacerlos realidad, y está en nosotros que eso ocurra por medio  de un proceso bien definido.

Los sueños se vislumbran, se tienen, se disfrutan…;  y luego  se toma la gran decisión:  archivarlos o trabajar en ellos  para ir convirtiéndolos en realidad,   paso a paso, poco a poco.

Después de un tiempo en el que se va repitiendo    ese proceso, aparecen las dudas, el temor, la indecisión y muchos otros factores que nos llevan a claudicar y a dejar de hacer esfuerzos. Y    de pronto, sin más, el sueño queda archivado.

Si persistimos;  si no perdemos la fe;  si somos resilientes y no nos dejamos amedrentar por las apariencias y fracasos,  podremos, finalmente, hacer nuestro sueño realidad.

Resistamos, mantengámonos firmes en nuestro deseo; y, seguramente, un día nos encontraremos con que  el sueño   está ahí, frente a nosotros, materializado, hermoso y real.

Es maravilloso observarlo. Por momentos  dudamos de que sea realidad, pero ahí está, tan real como todo lo que nos rodea.

Si miramos hacia atrás, veremos cómo nació, cómo se fue gestando, cómo fuimos avanzando paso a paso en su realización. Posiblemente veremos también, o recordaremos, algunos de los fracasos que tuvimos y cómo los fuimos resolviendo; o cómo, en ocasiones,  tuvimos que ajustar las velas para redefinirlos o afinarlos de acuerdo con  las circunstancias;  pero al final ese anhelo pasó   de ser un simple sueño a ser un sueño realizado,   un logro. 

Es un proceso maravilloso. Tenemos   que ser conscientes de que los sueños no se hacen realidad por sí solos:  ¡los hacemos realidad nosotros!

Sigue soñando porque soñar es parte de la vida.   Crea y elige bien tus sueños.  Trabaja fuerte en ellos;  decide en cada paso del proceso  si los  archivas o si aprendes del proceso y los mantienes vivos,   luchando día a día por avanzar en su realización para transformarlos      en realidad.

¡Tú tienes la batuta! Son tus sueños, es tu vida, y ¡sólo tú decides!  Lo que sí te puedo decir, por experiencia propia, es que siempre pueden parecer imposibles antes de lograrlos.  ¡Deja que tus sueños sean tus alas!

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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