La inusitada crisis sanitaria ocasionada por la pandemia de COVID-19 ha llevado a las empresas y su personal a adoptar medidas igualmente extraordinarias, como el traslado abrupto del trabajo de la empresa a la casa, lo que, sumado a los estresores propios de la emergencia, ha generado en el empleado desajustes emocionales que deben monitorearse con urgencia a fin de establecer medidas de acompañamiento que deberán desempeñar los líderes. El objetivo último será conocer el sentir y los temores de los colaboradores y así convertir el miedo en esperanza, la incertidumbre en calma y la parálisis en productividad.
Esto es parte del mensaje que expresaron Diego Ramírez, líder global de consultoría de salud; Claudia Espinoza, consultora senior en psicología ocupacional, de Perú; y Octavio Gascón, consultor senior en salud mental y bienestar, todos ellos de Mercer Marsh, durante el webinario titulado Salud y bienestar de empleados en situación de pandemia. Claves para la continuidad del negocio.
Desde el punto de vista de los especialistas, lo deseable es que la experiencia de la pandemia por COVID-19 conduzca a organizaciones y personas a una zona de aprendizaje profundo en la que no solamente se identifiquen y diagnostiquen las emociones, sino que además se motive al establecimiento de una serie de acciones que conduzcan al descubrimiento de una nueva manera de crecer, de trabajar y de alcanzar los propósitos en todos los sentidos; en suma, se trata de integrar a las personas a un proceso dinámico sin precedentes que optimice los recursos, genere resultados y preserve los negocios.
Los expositores describieron que hay tres zonas por las que están pasando las personas a causa de la pandemia de neumonía por coronavirus: la primera es la zona de miedo (cuya principal característica se advierte en el acaparamiento de insumos) ira e irritabilidad, que se acompaña de la nociva práctica del reenvío de mensajes sin filtro que causan incertidumbre.
La segunda es la zona de aprendizaje, que implica tomar conciencia de la situación, de cómo actuar y aprender a soltar lo que no podemos controlar, a identificar las emociones y dejar de consumir compulsivamente lo que nos hace daño. En este punto las personas procuran contrastar la información antes de divulgarla y reconocen que todos estamos tratando de dar lo mejor para salir adelante.
Y la tercera zona es la de crecimiento, en la que el individuo encuentra un propósito de vida y de trabajo, piensa en los demás, busca cómo ayudarlos, se hace más resiliente, vive el presente y se enfoca en el futuro. Aquí el sujeto está en condiciones de ser empático con los demás, agradecido, y suele mantener un estado emocional alegre, de esperanza; se muestra dispuesto a adaptarse a los nuevos cambios que presenta el entorno.
Los expositores destacaron que la ansiedad y el pánico son respuestas fisiológicas hasta cierto punto normales en las personas que se sienten amenazadas o vulnerables; el problema es que, cuando captamos dichas emociones sin el apoyo de elementos que ayuden a controlarlas, aunque el cerebro intente someterlas es tal el nivel de estrés que se produce un efecto inverso; y, lejos de disminuir la reacción, se incrementa, y el cuerpo responde a ello.
Una situación tan grave como la que el mundo está viviendo por la pandemia genera cambios ambientales en la dinámica organizacional y personal que desencadenan la aparición de estresores. Todos los estresores tienen como origen preocupaciones relacionadas con la salud, las finanzas, la preservación del empleo, la continuidad laboral, etcétera.
Por ello, en este proceso de adaptación resulta muy útil y productivo que los líderes de las organizaciones ayuden a crear conciencia acerca de las oportunidades que se tienen al trabajar en casa. De igual forma, pueden regular las mejores prácticas para que los objetivos de cada colaborador se cumplan.
Por todo lo anterior, los participantes de este webinario consideraron fundamental que los líderes establezcan esquemas para ayudar a los empleados a gestionar sus emociones. Tales medidas pueden ser desde reunirse con ellos de manera remota para conocer sus sentimientos e inquietudes en torno al futuro hasta hacerles llegar información confiable y verídica que les permita aminorar la ansiedad y les genere un estado de mayor control y esperanza.
Entender las dinámicas del empleado, sus sentimientos y motivaciones es muy positivo porque provoca automáticamente no solo que se mantenga la productividad, sino que en muchas ocasiones eleva ésta a niveles insospechados como resultado de sentirse escuchado, comprendido, respaldado, valorado y confiado en que su trabajo, hoy a distancia, es útil y seguirá contribuyendo de manera determinante para el buen funcionamiento de la organización y la conservación de su empleo.
Finalmente, los oradores recomendaron aplicarles eventualmente a los colaboradores cuestionarios con tres o cinco preguntas orientadas a evaluar cómo se sienten y cuáles son sus inquietudes más acuciantes en relación con el trabajo que están desempeñando. Esto sin duda será un termómetro fundamental para medir y evaluar cómo responden los empleados ante situaciones de estrés.
Por otro lado, en situaciones como las que hoy vive el mundo hay elementos dentro de la organización que generan gran nivel de estrés y temor porque para ciertos colaboradores determinadas actividades no se adaptan a un modelo de home office, mientras que en el caso de otros empleados la carga de trabajo se ha tornado excesiva.
Los ponentes consideraron que esto es una buena oportunidad para aprovechar los talentos menos ocupados e integrarlos en diferentes actividades de otras áreas con mayor carga de trabajo, para que de esa manera se aminore la labor en áreas saturadas y se les dé la oportunidad a los demás de descubrir nuevas ocupaciones.