Con el surgimiento de la pandemia por COVID-19, la salud de los empleados adquirió protagonismo de manera rápida en la agenda corporativa, lo que enseñó a las organizaciones que cuidar del bienestar de los empleados es productivo y además rentable, advierte Kristin M. Parker, especialista en materia de gestión de la salud y líder de práctica de Mercer y Marsh Mclennan.
Es por ello que este cambio en la apreciación de la salud resaltó la necesidad de que los profesionales del diseño de beneficios trabajen de manera coordinada con colegas de la salud y seguridad ocupacionales, administración de riesgos, adquisición de talento y gestión de recursos humanos para crear un enfoque integral al bienestar.
Adicionalmente, la firma llama a caminar hacia la construcción de una estrategia integral que incluya el confort del trabajador, sus beneficios, el compromiso de la fuerza laboral y la cultura de la compañía, y no solo una lista de chequeo de iniciativas desarticuladas.
Por tal motivo, agrega, la solidez de dicha estrategia de bienestar requiere descansar en cuatro pilares: físico, emocional, social y financiero, mismos que influyen en el sentido de propósito de las personas, aumentan la felicidad y promueven la salud de empleadores, empleados y sociedad en general.
Finalmente, la firma destaca que el objetivo es crear un plan sólido que conduzca a una mejor salud y al mismo tiempo favorezca los resultados comerciales, la productividad, el compromiso, la retención y la confianza.