LOS LLAMADOS SEGUROS EDUCACIONALES se fueron construyendo con diversas coberturas. De origen no eran más que un seguro de Vida que, según se argumentaba desde el punto de vista de la manutención escolar, servía para que los críos huérfanos de padre o madre (o ambos) no se quedarán sin estudiar por falta de dinero a partir de su condición de orfandad.
COMO TAL, EN ESE ENTONCES no existía una figura técnica para dichos seguros. Era sólo un argumento de ventas que convencía a los prospectos de contratar un seguro. En su momento se recomendó la constitución de un fideicomiso con mandato de pago de colegiaturas; y, eventualmente, las propias aseguradoras podían manejarlo mediante la figura de liquidación de la suma asegurada en rentas.
SE LE FUERON AGREGANDO otras coberturas, particularmente con ahorro, y liquidaciones en renta a la ocurrencia de otros riesgos, como invalidez. De ese modo se enunciaron como seguros educacionales, becas y demás denominaciones similares. Técnicamente no pasan de lo mismo de siempre; ni siquiera los que se empezaron a operar desde la técnica de los seguros flexibles.
DE CUALQUIER FORMA, el argumento ha persistido y funciona de manera más o menos exitosa. Sin embargo, la puerta ya se está empezando a cerrar. Esto por varios motivos que se comentan en los siguientes párrafos.
POLÍTICAS PÚBLICAS. Este asunto es un factor de relevancia respecto del tema que venimos tratando. Se trata de los programas oficiales de “becas” a estudiantes de todos los niveles. En educación básica y superior, a todos; en educación media, sólo a los pobres (cualquiera que sea la exacta definición de pobre que se le antoje adecuada). Esta política pública resta preocupación a los padres de los estudiantes (o no estudiantes, esto no le interesa a la política citada), ya que, si sus hijos siempre asistirán a escuelas públicas, no sólo resulta que su educación no tiene costo para ellos, sino que, por el contrario, puede representar un ingreso adicional a la familia. Esta situación de estudiar en escuelas públicas se da en la mayoría de las familias mexicanas (sean o no “pobres”). En el caso de educación media y media superior, se distingue a mexicanos de primera y de segunda. Los de primera gozan de la beca, ya que caen en la definición de “pobres”; los de segunda son los que tienen recursos para pagar una escuela privada; a éstos no les va la beca.
EN CUANTO A UNIVERSITARIOS, se dará también el apoyo a los oficialmente pobres. ¿Importan las calificaciones? No. Es para todos los apodados empobrecidos. El programa no es ninguna genialidad; es la copia de una política que impuso Fidel Castro hacia los años setenta y ochenta del siglo pasado. El dinero se otorgó a todo el que se inscribiera en educación superior, estudiara o no. El resultado fue que alrededor de 5 por ciento de los jóvenes cubanos beneficiados por el programa estudió una y, eventualmente, dos carreras. Sí. Pero el otro 95 por ciento sólo se gastó el dinero. El programa fracasó, y el dinero ocupado en él se fue por el drenaje, literalmente.
COMO QUIERA QUE SEA, la existencia de tal programa en México produce la sensación de que la educación no sólo no cuesta sino que da cuota extra al ingreso familiar. En cuanto a la educación universitaria, si la familia de un determinado estudiante no está catalogada de pobre pero se presenta una situación de orfandad, ¿el huérfano tampoco tendrá derecho al apoyo oficial? Pos, si es ciudadano catalogado como de segunda, su condición de huérfano le vale al Estado lo que se le unta al queso. El argumento de la educación va perdiendo potencial, pues.
OTRO PUNTO QUE REENCAUZA CADA DÍA la validez del argumento educacional como motivador para la contratación de un seguro de Vida es la lánguida intención de fundar familias con hijos. Eso ya no va con las nuevas generaciones. Puede ser que familia con mascotas sí; con hijos no.
VISTAS ASÍ LAS COSAS, queda una población mínima de mexicanos de segunda que piensan enviar a sus hijos a estudiar al extranjero o de plano desdeñan la educación oficial. Invariablemente desean que sus muchachos asistan a colegios y universidades particulares. Una minoría relevante que también va en camino de la extinción.
CON MAYOR O MENOR precisión, la citada política pública está condenada a obtener, en cuanto a educación, resultados similares a los de Fidel. En lo político es otro cantar, pues habrá generaciones que recuerden deberle todo al caudillo redentor de su infancia y adolescencia, lo que pone en duda si se trata o no de una compra —corrompida— de conciencias. Pero ése es otro cantar.
EN CUANTO AL seguro de Vida denominado educacional, hay que irse despidiendo.