Starbucks

acontrerasberumen@hotmail.com
Los números cuentan
Por: Antonio Contreras

Por: Antonio Contreras

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Es asombroso observar las largas filas de impacientes oficinistas que aguardan la atención del barista, quien empoderado esgrime el plumón negro con el cual personaliza el vaso desechable. Ya no es un vaso cualquiera, tiene el logotipo verde, de alto prestigio, impreso en el frente y ahora es de Julián, ya no de un pobre diablo anónimo deambulando por Insurgentes, Vallarta o Padre Mier, sin personalidad, sin futuro, sin amigos.

Traje, camisa, corbata y zapatos podrán gritar Godínez, pero el vaso con la sirena y el nombre anotado por el plumón negro, capaz de cambiar vidas y definir destinos, se convierte en un escudo que proclama la pertenencia de la mujer u hombre sonrientes a una élite a cargo de las finanzas del mundo, del cierre de importantes negocios o del diseño de las prendas que marcarán tendencia en el mundo de la moda.

El mercado objetivo de Starbucks son personas con necesidad de un lugar para convivir y trabajar. En nuestro país, un caso peculiar, muchos consumidores compran su bebida para llevar, no obstante el gasto en vitrinas, mesas, sillones e iluminación, incluido en el precio. No quieren permanecer en el local sino el tiempo suficiente para formarse, hacer su pedido de café latte descafeinado con carga extra y endulzado con mascabado, para retirarse con la mano derecha levantada mostrando al mundo su antorcha de prestigio.

Es difícil encontrar una razón diferente. El producto es malo y caro. Alumbrado por la hoguera de las vanidades de las múltiples opciones, el reconocimiento personalizado y el estante con vasos multicolores para adquirir el tuyo y salvar al mundo, el engaño de vendemos café de Kenia, de altura de Colombia u orgánico de Costa Rica, se estrella con la realidad de un café mediocre, flojo y frecuentemente quemado, como materia prima básica del castillo de aire envasado en el mejor empaque y entregado con atención personal para despertar la ilusión.

¿Adquirir un seguro en México se parece a comprar un café en Starbucks?

¿Estamos condicionados a adquirir un producto malo y caro?

Un poco de aburrido rollo técnico. Trataré de hacerlo breve.

La prima de riesgo anual por persona se calcula sumando los siniestros de los últimos 10 años (por tomar un plazo de manera arbitraria y sólo como ejemplo), dividiendo esa suma entre 10 y después nuevamente dividiéndola entre el número de asegurados.

A dicha prima de riesgo se le suman los gastos y la utilidad requerida. Si la prima de riesgo es de 1,000 pesos (un supuesto alejado de la realidad, pero nos sirve para mostrar el punto) y los gastos representan el 25% de la prima total (el 5% de gastos administrativos, un 15% de comisión y el 5% de utilidad), la Prima Neta será de 1,333 pesos.

Una vez obtenida la Prima Neta, sumamos el recargo por pago fraccionado del 7.5%, en el caso de forma de pago trimestral (en realidad del 20%, si tomamos en cuenta los 270 días necesarios para liquidar el préstamo en 3 exhibiciones trimestrales). Después, sumamos ese incomprensible derecho que no es derecho (suponemos que es de 50 pesos) y, por último, agregamos el IVA. La cifra final a pagar, es decir, la Prima Total, será de 1,721 pesos.

¿Por qué pagamos 1,721 pesos por algo que cuesta 1,000 pesos?

La razón que justifica la aceptación del precio final es la Adversidad al Riesgo: Si el grupo es de 10,000 personas, la frecuencia de ocurrencia de siniestros es del 33% y la severidad promedio es de 3,030 pesos, la sencilla multiplicación nos dará los 1,000 pesos de Prima de Riesgo calculada en el ejemplo. Compramos el seguro porque no queremos asumir la pérdida en caso de formar parte de la desgraciada tercera parte a la que ocurre un siniestro. Y si el evento es una pérdida total, digamos de 50,000 pesos, muy arriba del promedio, por qué no tomé un UBER en lugar de manejar borracho a las tres de la mañana, la precaución de adquirir un seguro estará justificada.

Adquirimos el seguro para no enfrentar la eventualidad de perder nuestro patrimonio de cuatro llantas, en color azul metálico. No recibiremos los 50,000 pesos, sino 47,500, una vez deducido el deducible (¿?), pero la libraremos.

Si hablamos del seguro de Gastos Médicos Mayores para personas sanas y en buena forma, los Números Cuentan una diferencia entre Prima de Riesgo y Prima Total superior a la del ejemplo mencionado.

¿Por qué ocurre esto?

El pez se muerde la cola con incrementos anuales muy superiores a la inflación. Los Números Cuentan una prima que, en algunos casos, casi se ha duplicado en cuatro años, mientras la inflación para ese período ha sido ligeramente superior al 20 por ciento. El propósito de las aseguradoras no es claro, pero el efecto es contundente: Los asegurados sanos buscan opciones, mientras los enfermos o de malos hábitos que los enfermarán más pronto que tarde, continúan convencidos de que abandonar el seguro cuando ya obtienen o están por conseguir sus beneficios, no es una opción viable.

El círculo vicioso se activa con la elevación de la tarifa para hacer frente a siniestros crecientes; la prima tiene que alcanzar, con asegurados sanos o sin ellos.

¿Existen asegurados sanos todavía? Seguramente. Así como es difícil dejar de desembolsar 70 pesos por un café, así resulta difícil abandonar la protección económica de la que un asegurado ha disfrutado durante los últimos años. El asegurado con buena salud, en su peso, con una alimentación balanceada, ejercicio habitual, ocho horas diarias de sueño y con el estrés en remisión, solicita a su agente un incremento de deducible. Ya está en 50 UMAS mensuales, algo así como 160,000 pesos, mientras la prima se mantiene arriba del año pasado, pese a la decisión del asegurado de asumir cada vez una mayor parte de los pesos más expuestos a algún evento. El agente le informa que ese es el límite de deducible. No se puede aumentar más. Incomprensible la negativa de la aseguradora a la solicitud de su cliente de años para incrementar su participación en el riesgo. El criterio debe ser administrativo o financiero; técnicamente no es posible justificarlo.

Con o sin el ingreso suficiente para continuar pagando la prima, la necia realidad terminará por convencer al asegurado consciente del desequilibrio. Los incrementos elevados de la prima, en una proporción de tres o cuatro a uno respecto al costo derivado de la experiencia de un grupo de asegurados sanos, en buena forma física, alcanzarán, tarde o temprano, el nivel de no más. Conozco varios casos de familias obligadas a elegir entre papá y mamá. Absurdo.

En lo que respecta a la calidad del producto, me inclino a conceder el beneficio de la duda a las aseguradoras. Quiero pensar en pagos oportunos y suficientes para cubrir los gastos médicos inesperados por enfermedad o accidente, eso sí, con la aportación del asegurado vía deducible, coaseguro, conceptos no incluidos y diferencia en honorarios. No quiero pensar en exclusiones de calzador. Me quedo con la conclusión de un producto caro, con el mensaje claro para el asegurado: Búscale por otro lado.

Antonio Contreras tiene más de 25 años de experiencia en el sector asegurador mexicano. Su correo es acontrerasberumen@hotmail.com

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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