Por Fernando C de la Torre

Del agente novel al broker global: una evolución con propósito

“El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.” – Eleanor Roosevelt

En la industria aseguradora, la figura del agente es el punto de partida y muchas veces también el motor de transformación del sector. Pero ser agente no significa lo mismo a lo largo del tiempo. Existen modelos de negocio que evolucionan junto con la experiencia, el aprendizaje, la visión y, sobre todo, la decisión de crecer.

Todo comienza con el agente novel: una persona física, entusiasta, que inicia su camino bajo el paraguas de una sola aseguradora y con enfoque en productos de vida individual.

En esta etapa, la guía de promotorías y aseguradoras es esencial. Es el momento de aprender a prospectar, de descubrir el valor del servicio personalizado y de comenzar a construir una cartera de clientes basada en la confianza.

El siguiente paso es la evolución del agente, cuando comienza a percibir que sus clientes tienen necesidades más amplias. Tal vez incorpora a su primer asistente o colaborador.

Aunque mantiene una relación cercana con su aseguradora ancla, comienza a complementar su portafolio con productos de otras compañías, generalmente con el respaldo de promotorías agregadoras. Este agente ya piensa en dar un mejor servicio, más integral, y empieza a ver su labor como un negocio más estructurado.

Con más experiencia, surge el perfil del agente multi-marca y multi-ramo. Aquí ya no solo se atienden personas, sino también empresas. El equipo técnico se fortalece. Se consolidan relaciones con un número reducido pero estratégico de aseguradoras. Esta etapa representa una oportunidad clave para formalizarse como persona moral y dar el paso hacia el modelo de broker, con una operación más independiente, procesos internos definidos y visión empresarial de largo plazo.

Después llega el agente consolidado, que ya opera como empresa. Su producción es diversa y de volumen relevante. Tiene un equipo comercial activo, áreas técnicas especializadas, estructura administrativa sólida, y presencia en varias plazas. Aunque sigue concentrando producción con algunas aseguradoras clave, ahora está en condiciones de ofrecer soluciones complejas como líneas financieras, seguros especializados y servicios de consultoría en riesgos. Aquí, la figura del promotor evoluciona: se convierte en un socio estratégico que aporta valor desde la diversidad de productos y vínculos institucionales.

Finalmente, algunos agentes dan un paso más: la internacionalización. Exploran otros mercados, atienden clientes con operaciones fuera de México o incluso abren oficinas en el extranjero. En este nivel, el conocimiento técnico, la estructura legal y la capacidad de gestión son fundamentales para enfrentar nuevos entornos regulatorios y culturales, sin perder el enfoque en el servicio y la asesoría profesional.

A lo largo de este camino, hay algo que no cambia: la necesidad de rodearse de aliados estratégicos. Ya sea un promotor, una firma especializada, una red de brokers o un gremio profesional, contar con apoyo adecuado en cada etapa es clave para construir un negocio sólido. Así mismo, la formación continua cobra un papel protagónico. Participar en foros como AMASFAC o el Club de Empresarios en Seguros no solo brinda conocimientos, sino también comunidad, visión y sinergia.

Ser agente de seguros no es solo vender pólizas. Es desarrollar una carrera que puede transformarse en empresa. Es crecer con propósito, profesionalizarse, innovar y, al final, impactar vidas y patrimonios desde una plataforma sólida y confiable.

¿Dónde estás hoy? ¿Hacia dónde quieres crecer?

Deja un comentario