Inaplazable, la reingeniería de la labor actuarial

El Asegurador
  • Luciano Devars Dubernard afirma que para los actuarios el momento de cambiar es ahora
  • En el marco de la transformación, el presidente del Conac advirtió que lo que está en juego es la trascendencia y utilidad de la profesión
  • Desde su perspectiva, los actuarios deben abrir el compás e intentar diversificar sus servicios más allá de los seguros
  • El Conac identifica que el actuario del futuro debe ser un profesional integral, con cualidades académicas que le permitan entender el presente y descifrar el futuro

Por: Marcos Medina

mmedina@elasegurador.com.mx

La profesión de actuario, al igual que muchas otras en la actualidad, está sufriendo grandes cambios; algunos de ellos resultan cómodos, y otros, complicados, difíciles de aceptar o afrontar.

La exigencia dentro de las organizaciones parece cada vez mayor, y las presiones corporativas no permiten que los actuarios gocen de beneficios que quizás en un pasado los hicieron ver como profesionales imprescindibles cuya labor era inaplazable y determinante. Hoy en día es prácticamente normal que en materia de análisis de datos y predicción se requieran de preferencia matemáticos, programadores informáticos, economistas o financieros, dejando a un lado a los actuarios; se les considera como profesionales dedicados únicamente a los seguros.

Frente a esta realidad, Luciano Devars Dubernard, presidente del Colegio Nacional de Actuarios (Conac), aseguró que el actuario debe dejar de ser un profesional que solo ofrezca sus servicios a la industria de los seguros, puesto que en otros mercados hay necesidades que no se están siendo atendiendo.

En entrevista con Revista Mexicana de Seguros y Fianzas, Devars Dubernard reconoció que es inaplazable la reingeniería de la labor actuarial, porque el nuevo contexto empresarial y social obliga a que los actuarios abran el encuadre de su visión e intenten diversificar sus servicios más allá de los seguros.

Con apenas unos meses de asumir el cargo de presidente del Conac, que se extiende hasta junio de 2019, Devars Dubernard plantea propuestas tan audaces como que es urgente que se rediseñe la profesión del actuario, ya que este experto de las ciencias exactas debe convertirse en un profesional que tenga la capacidad operativa y las cualidades intelectuales que le permitan entender el presente y descifrar el futuro por medio del análisis numérico.

“Lo que propongo no es descabellado, y es el mayor reto que tenemos como gremio. Hoy en día, con base en la probabilidad, la estadística y con la ayuda de un buen sistema de cómputo conformado por herramientas disruptivas como el big data y la analítica, los actuarios tenemos todas las armas necesarias para realizar modelos probabilísticos eficientes que además tengan un carácter predictivo sin precedentes que se adapta a cualquier área; o sea que somos útiles para otras industrias, aunque muchos no lo crean”, explicó.

Es indudable que el actuario tiene conocimientos técnicos que lo convierten en un verdadero científico de datos. Además, es un profesional acostumbrado a trabajar con la incertidumbre, puesto que un porcentaje muy alto de sus actividades tiene que ver con la evaluación del riesgo y su valoración en términos económicos.

“Históricamente, lo que hemos hecho con base en la estadística y la probabilidad es reducir la incertidumbre al momento en que se toman decisiones dentro de las organizaciones. Ese esquema se puede aplicar a otros campos que no estén asociados a los seguros, puesto que nuestra labor nos permite descifrar gustos del consumidor y desarrollar modelos que identifican patrones, y así se cuida la rentabilidad del negocio”, abundó.

Y es que en un mercado con tantos competidores y con una exigencia intensiva por parte del consumidor ser preciso es prácticamente una obligación para las empresas que ofrecen servicios y productos. Es en este punto en el que las estadísticas se roban los reflectores, ya que tienen la capacidad de analizar tendencias que pueden catapultar el negocio a niveles insospechados.

Ante este escenario, Devars Dubernard puntualizó que las universidades en las que se imparte la carrera de actuaría y el Conac, a través de certificaciones, deben impulsar un nuevo enfoque en las cualidades de este profesional, de manera que la sociedad se convenza de que su función no solo está dirigida a los seguros.

“Necesitamos sacar al actuario de su hábitat natural, las aseguradoras, para llevarlo a otros campos en los que también se requieren modelos probabilísticos. Al final del día, nuestra labor tiene como fundamento las matemáticas predictivas y a todo negocio le interesa entender su mercado y ser eficiente al momento de ofrecer productos; por ello veo una oportunidad enorme que no es explotada en la actualidad. Hay que echar a andar este nuevo enfoque de la profesión para que los actuarios tengan posibilidades diferentes”, detalló.

Lo que propone el presidente del Conac parece razonable; sin embargo, instituciones como la Asociación Internacional de Actuarios (IAA, por sus siglas en inglés) se han enfocado históricamente a certificar actuarios para que se desarrollen en la industria de los seguros. Al respecto, Devars Dubernard reconoció que en la actualidad esa visión es obsoleta, porque el mismo mercado exige a expertos en modelos numéricos y predictivos, como los actuarios, que además de seguir siendo útiles en el sector asegurador pueden aportar grandes soluciones en campos que van más allá de las finanzas.

“Demografía, seguridad, e incluso mercados que suenan atípicos, como el arte culinario y la moda, podrían ser sectores en los que los actuarios, si incursionan, tendrían éxito, ya que en todas esas industrias las compañías persiguen algo en lo que los actuarios son excelentes: diseñar modelos de negocio que evitan pérdidas económicas”, añadió.

Ahora bien: si las casas de estudio que se dan a la tarea de formar actuarios no identifican estas oportunidades y no adaptan sus acciones y discursos a la nueva realidad, poco se podrá hacer. De acuerdo con datos del Conac, 25 universidades ofrecen la carrera de actuaría en el país.

“El Conac certifica con base en la experiencia y actuación profesional de los actuarios. Para los nuevos egresados, el mensaje es claro: a mayor conocimiento, mejor será la remuneración. La premisa a la que debemos apuntar como gremio es la de formar actuarios más holísticos, más amplios”, especificó.

Sin miedo a lo nuevo

Una de las tendencias más frecuentes pero también más complejas en cualquier oficio u ocupación en estos tiempos es querer dar el salto hacia lo nuevo. Aunque los cambios que experimenta la sociedad son vertiginosos, algunas industrias y profesiones aún miran con recelo la disrupción y los nuevos paradigmas.

De acuerdo con Devars Dubernard, en el Conac son conscientes del nuevo entorno. Agregó que en el marco de este desconocido escenario en el que la creación y la innovación se roban todas las miradas no pierden de vista lo logrado; no obstante, añadió que afrontan sin miedo los cambios en el oficio.

“Para los actuarios hay un sinfín de nuevas funciones; entonces tenemos que encontrar la forma de instrumentarlas para que la sociedad no nos conciba como proveedores exclusivos de las aseguradoras. Se vuelve vital que los actuarios utilicen las matemáticas predictivas para crear modelos numéricos que mejoren el desempeño de las organizaciones en cualquier ramo productivo”, asentó.

La exclusividad del actuario en la industria de los seguros ha ocasionado que en otros ramos se generen enemigos naturales de la libre competencia, como es el caso de los matemáticos, economistas y financieros, quienes con el pasar del tiempo han visto cómo sus servicios son cada vez más demandados y le han quitado protagonismo a la labor actuarial.

“Los nuevos competidores te presionan para ser un actuario mucho más eficiente en los estudios y te obligan a entender que vas a trabajar también con compañías que no necesariamente operan en el sector asegurador. Por las nuevas condiciones, es posible que los actuarios tengan que empezar a convivir con arquitectos, cocineros o diseñadores de modas, de manera que tienen que mejorar su capacidad de comunicación para que puedan dialogar con personas que no utilizan su mismo léxico. El que supere esa barrera se convertirá en un actuario integral, deseado, adaptado a los nuevos tiempos y que entendió que es un experto en fabricar modelos numéricos que tienen el carácter de ser predictivos y que son aplicables a cualquier rama”, refirió el entrevistado.

En un mundo que cada día está más globalizado e interconectado, al actuario moderno no le basta con solo tener conocimientos sobre herramientas informáticas. El nuevo profesional de la actuaría está obligado a desarrollar habilidades sociales lo suficientemente útiles para explicar de una forma clara y sencilla sus análisis predictivos, por lo que la transparencia juega un papel determinante en la pedagogía sobre su labor, a fin de que sea entendida y siga siendo útil para la sociedad y las empresas.

“Eso de las matemáticas incomprensibles que le daban un aire de misticismo al actuario debe desecharse. Si seguimos jugando con ese misterio y tratamos de mantener la exclusividad de los datos con los que operamos, solo estaremos cerrándonos las oportunidades. Si queremos que se nos tome en cuenta, hay que romper paradigmas y demostrarle a la sociedad que podemos ser tan útiles como un economista, y ayudar a que las empresas tomen mejores decisiones y reduzcan la incertidumbre”, profundizó el presidente del Conac.

Desde que la profesión de actuario se creó en México, en 1943, más de 10,000 actuarios han gestionado su cédula profesional; no obstante, solo 500 están afiliados al Conac. La brecha de asociados es enorme y, de acuerdo con estadísticas del mismo gremio, en los próximos cinco años se titularán 5,000 nuevos actuarios, es decir, 50 por ciento de las personas que hoy cuentan con una cédula profesional.

En tal sentido, Devars Dubernard se preguntó dónde trabajará esa gran cantidad de nuevos actuarios, puesto que sobrepasan las plazas disponibles dentro del sector asegurador; por ello reiteró que es inaplazable que los actuarios se conviertan en profesionales integrales.

“Los actuarios deben aceptar que los tiempos cambiaron. Tienen que prepararse mejor y entender que la tecnología puede ser una herramienta que los ayudará a incursionar en otras áreas diferentes a los seguros. Las nuevas generaciones, conformadas por millennials y centennials, utilizan los números con una óptica diferente, ya que la forma de vender productos y ofrecer servicios es otra; así que lo que está en juego es la trascendencia y utilidad de la profesión”, finalizó.

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