Para que el regulador tenga un papel que contribuya al desarrollo del aseguramiento de los riesgos emergentes (conjunto de amenazas  que aún está plagado de incertidumbre), es necesario que autoridades y aseguradores sumen voluntades y con apertura propicien el diálogo y el  análisis y entendimiento de los escenarios que desencadenan tales riesgos. De esa manera se podrán diseñar las coberturas para afrontarlos y solo   así se conseguirá estructurar una reglamentación útil y libre de obstáculos para el desarrollo como la que actualmente tienen las coberturas tradicionales.

Ésta fue la premisa central de    las consideraciones de Nina Arquint, jefa del Grupo de Gestión de Riesgos Cualitativos de Swiss Re Management, al presentar la ponencia  “Amenazas emergentes y futuras: ¿qué regulación requieren?”, durante su participación en la 29.ª Convención de Aseguradores, organizada por la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).

Nina Arquint agregó que, cuando se expresa el concepto riesgos emergentes, de inmediato viene a la mente un universo de peligros que sobrepasa  la imaginación de circunstancias amenazantes que ha generado la sociedad humana del siglo XXI. Los riesgos emergentes son   producto de, entre otras cosas, el cambio climático, la tecnología, la ciberdelincuencia, las migraciones masivas, la resistencia bacteriana, la edición genética, etcétera, modelos inéditos de una realidad que de manera intempestiva puede  ocasionar riesgos sistémicos.

Por ahora, asegurar los riesgos emergentes es algo equivalente   a pescar la neblina, que surge de un momento a otro sin que sepamos  qué tan densa o duradera es ni qué hay detrás de ella. La gran incertidumbre que producen  estos riesgos ocasiona que su repercusión y costo de aseguramiento sean difíciles de observar en su totalidad  y cuantificar, señaló Nina Arquint.

Por tal motivo, la expositora refirió que en Europa la postura que los supervisores están adoptando  respecto a los riesgos emergentes es propiciar el acercamiento con las compañías de seguros para entender cómo éstas han ido  implementando la gestión de tales riesgos. Los supervisores europeos usan como ejemplo el cambio climático, rubro que, por el alto grado de incertidumbre que conlleva, propicia el diálogo fecundo,  la conciencia y el mejor entendimiento de lo que se necesita para enfrentar sus consecuencias.

La expositora destacó que un rasgo inequívoco   de la evolución de los mercados de seguros es que las compañías utilizan cada vez   más los algoritmos en sus procesos, en el diseño de productos y en la estimación de riesgos.     Indicó, no obstante, que ante la incertidumbre que generan los riesgos emergentes hacer uso de este recurso tecnológico podría convertirse en algo delicado, ya que alimentar la base de análisis con escasa información y  datos parciales o tendenciosos, más la inexacta comprensión de tales riesgos, puede obrar en contra del resultado que se desea obtener, y todo ello podría hasta causar un daño sistémico.

Con esta reflexión, subrayó Nina Arquint, “de ninguna manera deseo dar a entender que no es importante usar los algoritmos, sino que   en el terreno de los emergentes hay riesgos que, por el alto grado de desconocimiento que frente a ellos se padece, deben tratarse con más cautela, pues darles curso mediante algoritmos podría generar más complicaciones   que soluciones”.

Es por eso por lo que los reguladores de todo el mundo se formulan preguntas   de esta índole: ¿cómo están utilizando las aseguradoras dichos algoritmos y cuáles han sido los resultados en materia de justicia con el asegurado?, apuntó Arquint.

En ese sentido, la expositora insistió en la importancia del acercamiento entre aseguradores y reguladores para integrarse todos  en el análisis del tema y acrecentar su entendimiento. De no hacerse así, una consecuencia de muchas posibles sería la emisión de ciertas prohibiciones o requisitos específicos para los seguros que quizá entorpezcan  el desarrollo del aseguramiento de este nicho de mercado.

Nina Arquint prosiguió su explicación centrándose en un riesgo emergente que prácticamente todas las personas traen en la palma de la mano: los teléfonos  celulares. Si la tecnología 4G es rápida, no tenemos idea de lo que la 5G, que está a la vuelta de la esquina, ofrecerá en ese sentido; y ese progreso no solamente nos proporcionará  un internet más veloz, sino también una ventana para que los ciberataques se realicen con la misma celeridad.

Los ciberataques a alta velocidad pueden ocasionar daños inimaginables en cadena;    y ante esto los reguladores de todo el mundo se encuentran muy nerviosos, porque evidentemente necesitan asegurar que no se ocasionen riesgos sistémicos. La manera de lograrlo, subrayó Nina Arquint, es entendiendo que juntos, aseguradores y autoridades, somos más inteligentes.

Nadie pone en tela de juicio la importancia del modelo de Solvencia II en el mercado mexicano de seguros. Este marco normativo  ha permitido tener una industria sólida y solvente, sin duda; pero hay que aclarar que ha funcionado para normar riesgos tradicionales; los  emergentes quedan dentro de un predio  que facilita muy poca información para elaborar   una reglamentación exhaustiva que los acote.

Finalmente, la expositora recomendó prestar oídos a la sugerencia de  fomentar reuniones con el regulador, pues acercamientos institucionales de esa naturaleza  representan la manera más constructiva de llegar a conclusiones regulatorias que en realidad abonen el terreno y aporten salidas  al adecuado aseguramiento de este mercado. Con ello también se evitaría incluir en la ley de regulación preceptos que pudieran limitar el desarrollo de este tipo de coberturas, que están en la cima  del aseguramiento mundial del futuro cercano.

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