Uso de drogas orilla al seguro a asumir la postura de rechazar a excluir

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  • Así lo sugiere Keiko Imuro, especialista que hace un recorrido sobre el tema en seminario reciente organizado por RGA
  • Las nuevas leyes que regulan el consumo de mariguana han modificado la actitud de la sociedad hacia los usuarios, afirma
  • Pregunta: ¿Se deberá negar siempre sin mayor examen la cobertura a quienes usan la cannabis de manera lúdica?
  • Los inconvenientes y peligros de esta adicción siguen teniendo un gran peso a la hora de la suscripción, advierte en conferencia

Por: Alma G. Yáñez Villanueva
@pea_alma
El actual debate que se libra en varias partes del mundo para insertar en la legalidad el consumo lúdico o medicinal de la mariguana (y, por ende, los procesos asociados de producción, comercio y portación) ha provocado que el seguro voltee la mirada hacia esta realidad, lo que no podría ser de otra manera ante las abrumadoras cifras que hoy prevalecen sobre el uso de este psicotrópico.
El consumo de mariguana (Cannabis sativa e indica) se ha incrementado en la última década de manera notable. Datos que se se contraen solo al continente americano indican que de 38 millones de personas que usaron el enervante en 2005, se pasó a poco más de 49 millones en 2015, todo ello tomando en cuenta a la población de entre 15 y 64 años.
Éstos son algunos de los datos que ofreció Keiko Imuro, directora del área de Suscripción en RGA México, dentro de las ponencias del Seminario de Salud y Suscripción 2018 realizado en Ciudad de México.En la conferencia titulada “Suscribiendo a los usuarios de mariguana recreativa”, abordó el auge que ha tenido esta droga entre los adolescentes de Estados Unidos, donde 12 por ciento de estudiantes de octavo grado la han usado en el último año, y 6.5 por ciento eran consumidores activos al momento de responder a la encuesta.
Advirtió que en es nación el número de consumidores aumenta conforme lo hace la edad: entre los jóvenes de décimo grado la usaron más de 27 por ciento en el último año y casi 17 por ciento eran consumidores activos; en el duodécimo grado, 35 por ciento la usó antes y más de 21 por ciento eran activos, precisando también que en este rango etario 5.8 por ciento la consumía diariamente.
Señaló Imuro que este amplio uso de la cannabis entre jóvenes quizá solo se vea opacado por el actual consumo (absolutamente descontrolado) de anfetaminas y metanfetaminas y opiáceos sintéticos. Estos últimos (especialmente el fentanilo) han causado una verdadera catástrofe de muertes por sobredosis, reveló..
Lo que es pertinente resaltar, a juicio de la especialista, es la escasa percepción del riesgo respecto al uso de esta sustancia (los cannabinoides) que priva entre los jóvenes, percepción que disminuye año con año. Tal fenómeno se presenta más entre hombres que entre mujeres, pues en las visitas médicas de emergencia relacionadas con el uso imprudente de drogas ellos acaparan la mayor parte de los casos, incluso en el rango de edades de 12 a 17 años.
Enseguida, Imuro compartió algunas reflexiones: ¿Qué postura ha de adoptar el seguro frente a esta realidad? ¿Hacer caso omiso de esta imparable adicción? ¿Negar a rajatabla cualquier posibilidad de cobertura a quienes honestamente declaran el consumo asiduo de cannabis? ¿Modificar de una vez por todas los vetustos criterios que hasta ahora han prevalecido sobre la suscripción de personas adictas?
Keiko Imuro resaltó que, ante los cambios legislativos que recientemente se han promovido en varias partes del mundo y en México, la percepción social y la actitud general hacia los usuarios de mariguana han cambiado, por lo que ante un caso de declaración de uso de esta droga en el contexto de la solicitud de alguna cobertura, no dudó en recomendar que se consideren las directrices de análisis siguientes:
–Edad actual y edad al inicio de consumo de mariguana.
–Especificación del propósito de uso: recreativo o médico.
–Ocupación, historial de empleo y grado de estabilidad laboral.
–Evaluación de relaciones familiares.
–Estilo de vida (incluyendo uso de alcohol u otras drogas).
–Uso del GUM (Global Underwriting Manual).
–Antecedentes médicos (accidentes, traumatismos) y estado actual de salud física y mental.
A juicio de la suscriptora, se ha de conceder especial importancia a este último inciso, la salud física y mental del consumidor consuetudinario de cannabis, pues se tiene conocimiento en firme de que la planta puede producir episodios de psicosis aguda (que, naturalmente, dependen de la dosis, potencia del enervante, experiencias y expectativas del consumidor y vulnerabilidad genética de cada individuo), alucinaciones, espejismos, pánico, ansiedad e incluso pérdida del sentido de pertenencia e identidad, además de daños en los sistemas cardiovascular y respiratorio, así como riesgo moderado de cáncer.
Con estas piezas del rompecabezas sobre la mesa, Imuro procedió a formar el sombrío paisaje que tanto preocupa a la industria del seguro: la innegable asociación entre el consumo de este estupefaciente y el alto riesgo de morbilidad y mortalidad derivadas de accidentes. lo mismo vehiculares que laborales, domésticos…
Actualmente, el mayor metaanálisis (Rogeberg, 2016) ha encontrado que el uso de cannabis incrementa (hasta duplicarlo) el riesgo de accidentes vehiculares (y, para agravar el cuadro, el número de personas que conducen bajo los efectos de cannabinoides no deja de aumentar). Peor aún resulta la combinación de mariguana y alcohol, pues la ingestión de esta mezcla aumenta de manera importante el riesgo de accidentes viales mortales.
En contraparte, el riesgo de muerte por sobredosis de mariguana y el riesgo de cáncer pulmonar son moderados. En suma, considerando ambos aspectos, salud física y salud mental, y en palabras de Keiko Imuro, esto quiere decir que el exceso en la mortalidad relacionado con el uso de la mariguana probablemente está vinculado con la presencia de otras comorbilidades, que pueden considerarse u omitirse en el proceso de suscripción.
Keiko Imuro focalizó un aspecto que siempre se ha de tener en cuenta a la hora de medir las consecuencias del uso de una sustancia psicoactiva: los efectos a largo plazo. Explicó que existe amplia evidencia científica de que el cerebro joven (es decir, antes de los 25 años) expuesto al tetrahidrocannabinol (THC, la sustancia activa de esta planta) sufre daño permanente, problemas crónicos de memoria y aprendizaje, deterioro cognitivo y cambios estructurales y funcionales.
En otras palabras, recalcó, los efectos más graves ocurren entre adolescentes, pues su cerebro aún es inmaduro y es muy vulnerable, además de que existe consenso respecto a que la mariguana es puerta de entrada para la experimentación con otras drogas más potentes.
Señaló la conferencista que aun cuando hoy existen tecnologías muy avanzadas aplicadas a la imagenología y al diagnóstico en general -que podrían aclarar las múltiples repercusiones que en el cerebro tiene el consumo de esta droga-, todavía no se puede aseverar a ciencia cierta que la mariguana sea la causa de enfermedades mentales tales como esquizofrenia, depresión o ansiedad; aunque se sabe que cierta predisposición genética en algunos individuos podría ayudar a despejar muchas de estas interrogantes.
En definitiva, concluyó, el seguro necesita adoptar una postura paulatinamente firme, ya sea de rechazo y de exclusión.

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Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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